Con la llegada de agosto, Andalucía ofrece unos buenos datos económicos en líneas generales, aunque hay otros que no son tan positivos y que hay que tener en cuenta, principalmente porque se producen en plena temporada turística, que, huelga decir, es el punto álgido de ocupación en la comunidad autónoma, todo en plena temporada alta de su mayor industria, como le gusta decir al ejecutivo autonómico.
Andalucía lidera el crecimiento económico de España (junto a Canarias… es decir, dos de las comunidades más desfavorecidas en cuanto a empleo y renta per cápita) con un 3,2% interanual –cierre del segundo semestre 2023-24– mientras que la media española en el mismo período se ha quedado en el 2,9%, es decir, estas dos comunidades están tres décimas por encima.
Por supuesto, la Junta ha sacado pecho con estos datos –eso sí, sin dejar de recordar que, según sus cálculos, además Andalucía está dejando de recibir del orden de 1.400 millones de euros que entiende que le corresponderían anualmente en materia de financiación– pero ahora, recién terminado julio, han salido a relucir otros datos que pueden parecer antagónicos entre sí, como es el descenso de 16.000 personas inscritas en el paro (para quedarse en 638.000 inscritos)… y eso con 12.000 afiliados menos en la Seguridad Social.
El choque de estas dos cifras es algo evidente, una paradoja que puede tener dos significados: el primero es inocuo, sencillamente hay personal que en estas fechas vacacionales, probablemente no está muy pendiente de su situación respecto al desempleo y no la resuelve hasta la vuelta del verano y, otra, la que es preocupante, es que se está ‘apretando’ a los trabajadores, es decir, aunque baje el paro, teniendo en cuenta el número de personas que sencillamente se jubilan o se 'despistan' en su inscripción, en realidad hay un número menor de personas realizando las mismas o más tareas, lo que hace prever un mal dato ‘de verdad’ en septiembre, cuando comience a cerrarse la temporada turística estival…
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