El mundo está celebrando la International Sherry Week con diversos eventos que se prolongarán hasta el domingo día 12. La Sherry Week es una cita que a lo largo de los años ha ido cogiendo cuerpo hasta convertirse en una de las principales señas de identidad del sector bodeguero jerezano en lo que a promoción se refiere, probablemente justo después de la Copa Jerez (Forum & Competition), incluso discutiendo dicho trono debido a la vocación global que ha tenido desde un principio gracias a un mundo conectado. Como muestra, baste decir que esta edición la Sherry Week tiene cerca de 2.000 actividades registradas –en Jerez y en otras ciudades del Marco, como curiosidad, siempre ha habido actividades no inscritas, pero sí anunciadas como si lo fueran– a celebrar en 26 países distintos.
La Sherry Week celebra estos días su décima edición, por lo que se trata de un evento perfectamente consolidado. Durante todas estas ediciones, cantidad, calidad y representatividad de los eventos inscritos –catas, conferencias, presentaciones, maridajes, show cookings, etc– han ido aumentando y expandiéndose de manera global. Hoy, España, Reino Unido y, curiosamente, Estados Unidos –un mercado que, por números, no es tan importante para el vino de Jerez, pero que, atendiendo a su volumen de población (331 millones de habitantes) y su poder económico, es evidente que tiene un potencial enorme– son los grandes centros de atención de esta cita. De hecho, los esfuerzos del propio Consejo Regulador se van a centrar en estos países, con presencia activa en distintos actos en el Reino Unido y también en Nueva York.
El Consejo Regulador hace ya varias ediciones que tomó las riendas de la Sherry Week, que nació de una manera privada –su promotora fue/es la australiana Chelsea Anthon– por amor a unos colores, los del vino de Jerez.
Durante años, el sector dio unos cuantos palos de ciego en lo que se refiere a las grandes líneas estratégicas para su promoción, hasta que el jerez, hasta entonces un vino sobre todo de aperitivo y de postre, decidió que su sitio era la mesa, ser considerado un vino vino y 'vender' al mundo que hay un tipo de vino de Jerez –finos y manzanillas, olorosos, amontillados, PX e incluso los vinos de cabeceo como el cream o el medium– para cada plato, para acompañar cada comida. De ahí se saltó a los fogones y hoy es un vino muy reconocido por la alta cocina. Ese es el camino, es el futuro, ese y que todas las expectativas generadas en cuanto a la evidente recuperación de imagen que se ha producido, cristalicen en más ventas y más valor añadido, algo que se resiste...