Si la bola de Melilla no ha parado de crecer en lo que llevamos de semana, el miércoles hemos conocido las detenciones, entre otros, de dos dirigentes del PSOE de Mojácar (Almería). Se trata de dos temas que nada tienen que ver, pero que son un síntoma de que algo –algo tirando a feo– ocurre en nuestra democracia. En Melilla, en realidad, hace años que vienen pasando cosas que no son normales, todas relacionadas con Coalición por Melilla (CpM), un partido que dirige con mano de hierro Mustafá Aberchán, pese a estar actualmente inhabilitado.
Las detenciones de responsables de este partido por la supuesta compraventa de votos están ahí –entre los detenidos figuran el yerno del propio Aberchán y el número 3 del partido– pero no está tan claro el origen y alcance de otras informaciones, por no hablar de las 'derivadas' que la prensa conservadora de Madrid comienza a establecer. ¿CpM tiene intereses, digamos, inconfesables con la Monarquía de Marruecos? ¿Es cierto que el CNI español tiene constancia de recientes reuniones entre dirigentes de este partido y autoridades marroquíes? ¿Se pueden celebrar tranquilamente las elecciones si se estima que entre el 20% y el 30% del voto por correo, según la fuente, puede estar contaminado? ¿Si tenemos en cuenta que Melilla tiene una población de 85.000 habitantes, de donde salen los cientos de miles de euros (hay fuentes que se van directamente al millón de euros) necesarios para emprender una operación de esta envergadura? ¿Por qué los grandes partidos han tolerado e incluso pactado, en el caso del PSOE, con esta peculiar formación, de la que se conocen –realmente sería más propio hablar de su líder– chanchullos desde hace al menos 15 años? ¿A qué viene relacionar a Sumar, la formación incipiente de la ministra Yolanda Díaz, con este partido, aunque es cierto que ha habido una corriente de simpatía entre ambas?
La respuesta fácil ya sabe cual es: todo lo relacionado con Ceuta y Melilla es tema de Estado. Cuestión de Estado. La antesala de secreto de Estado. Así que, de no empeorar mucho las cosas y que la situación sea inasumible, no cabe esperar por ahora grandes decisiones por parte del Gobierno, como sería posponer las elecciones en la plaza de soberanía española.
Otra cosa es Mojácar. Aquí pasamos de las cuestiones de Estado a las cuestiones de pueblo, con baja. La operación también está abierta y puede deparar sorpresas, pero lo que se sabe es de la existencia de una 'trama' que supuestamente habría comprado una serie de votos a favor del candidato socialista. Entre los detenidos hay incluso dos personas que van en la candidatura del PSOE, lo que viene a afear aún más este asunto...
La ciudadanía debe reclamar explicaciones rápidas para estos dos casos que nada tienen que ver.
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