Es curioso que la demolición de un hotel sea un asunto 'de comunidad', que viene a ser el equivalente pequeño a asunto de Estado. De alguna manera eso es lo que ocurre con el Algarrobico –nombre concreto de la playa del Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar sobre la que se alza: es difícil pensar que ese nombre tan poco comercial pudiera ser el elegido para el hotel, aunque después de tanta publicidad gratuita cualquiera sabe–, un asunto que lleva casi dos décadas siendo objeto de polémica.
El caso es que ha sido el propio presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, el que ha devuelto el tema a la primera línea informativa en su discurso navideño, al situarlo –al situar su demolición– entre los objetivos para el 2024 del Ejecutivo de la comunidad autónoma. Sí, es el derribo de un simple hotel, un edificio construido en una zona en la que no debería, pero también es un símbolo de eso mismo y sobre el que se han escrito cientos de páginas en todos los medios de comunicación, mucho más allá de la actualidad de Almería.
Imposible desentrañar toda la maraña –no puede haber una palabra más apropiada– legal que acompaña a este tema. Otorgamiento de licencias municipales, recursos, sentencias... nuevas licencias, nuevos recursos, nuevas sentencias y vuelta a empezar. El juego político que ha acompañado todo el proceso, por supuesto. Las razones esgrimidas, como el desarrollo turístico frente a los de la preservación de este espacio. Ah, y ya últimamente, quién va a correr con los gastos de la demolición. Lo que se dice todo un mundo de intereses enfrentados.
El del Algarrobico no es el único caso de ilegalidad manifiesta en la costa andaluza, claro. Los hay por decenas. La costa gaditana tiene unos cuantos casos pendientes e incluso, históricamente, uno que guarda similitudes, como es el de la demolición del hotel de Atlanterra. Parece que, ahora sí, 'lo' del Algarrobico va a entrar en vías de una solución definitiva. Esperemos.
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