La Comunidad de Madrid lleva tiempo un tanto obsesionada con el flamenco y, por supuesto, con sus posibilidades en cuanto a promoción e imagen propias. Si hace unos meses llegó a programar varios días de espectáculos en Nueva York como parte de una campaña turística, la última es su intención de autoerigirse en algo así como la Capital Mundial del Flamenco, para lo que incluso dispone de una serie de partidas económicas de promoción turística en ese sentido.
La cuestión es evidente. Los deseos de Madrid puede que choquen con los de Andalucía… pero poco se podría hacer de manera efectiva. Es un hecho incuestionable que el flamenco forma para de la identidad y de la cultura de Andalucía y que el artículo 68 del actual Estatuto de Autonomía da competencia exclusiva a la comunidad en cuanto a su defensa y patrimonio. Pero ya. Si Madrid quiere utilizar el flamenco como parte de su promoción turística… ¿Qué se hace, se va al Tribunal Constitucional? Se puede elegir entre peliagudo y surrealista, cuando realmente la atribución patrimonial de máximos que se ha autoconcedido Andalucía es más que discutible, siendo el flamenco precisamente un arte universal.
El flamenco es de Andalucía, por supuesto, pero también forma parte de la identidad de Murcia y de Extremadura, sin duda. Eso no quita para reconocer que los grandes artistas flamencos siempre han ido a Madrid a consagrarse y a firmar importantes contratos, tanto en los tablaos como más recientemente en espectáculos de masas. El flamenco siempre ha interesado en Madrid.
En este contexto hay que ubicar la propuesta de Por Andalucía para que la próxima semana se apruebe en el Parlamento andaluz una declaración institucional para “la promoción, la divulgación y la protección del flamenco”, que parte precisamente como respuesta a los movimientos del PP de Isabel Díaz Ayuso. El recorrido de la declaración será el que quiera el PP con su mayoría absoluta, pero es inevitable pensar que detrás hay un juego político para ver si Juanma Moreno termina chocando con Ayuso por este tema, que será difícil, pero está más al alcance que ir al Constitucional a defender la “exclusividad” del flamenco…