Parece que esta vez sí, que va en serio la recuperación del río Guadalete, aunque no hay que cantar victoria: basta con echar un vistazo al estado de abandono en que se encuentra el edificio que iba a ser centro de interpretación (vinculado al Plan E), tanto del río como de esa zona del Jerez rural, siempre vinculada a su vega.
Realmente, se puede decir que los distintos gobiernos municipales que han pasado por el Ayuntamiento de Jerez han estado interesados en la recuperación del río, pero ninguno ha dado con la tecla y aunque ha habido apoyos puntuales de administraciones superiores (imprescindibles) y se han producido pequeños avances, nunca ha abierto camino ningún plan integral para el río y su ribera.
Se trata, en efecto, de un trabajo que debe ser integral, que parta de la recuperación del cauce original, con actuaciones en materia de prevención de riesgo de inundaciones en terrenos aledaños, tal y como se está haciendo, y que culmine con la consolidación del Guadalete y su ribera como un espacio de ocio para todos los jerezanos, en el que se pueda tanto pasear por senderos como realizar distintas actividades acuáticas, sin olvidar propuestas culturales y etnográficas. Solo ese puede ser el futuro. De hecho, la recuperación del bajo Guadalete no debe ceñirse a su paso por el municipio de Jerez, ya que debe combinarse con Arcos y El Puerto, una manera más de hacer provincia.
Los trabajos que está llevando a cabo la empresa pública Tragsa son una noticia esperanzadora, ya que avanzan a buen ritmo y supondrán la recuperación de unos siete kilómetros del cauce tal y como ha sido históricamente, después de años de dejadez. Estos siete kilómetros son los que el río discurre entre La Corta y Lomopardo, dos barriadas rurales en los que la vida no se entendería sin el Guadalete. Esa recuperación física es la base a partir de la cual se irán cimentando el resto de actuaciones y la constatación de que esta vez, al menos, no se está comenzando la casa por el tejado, como ocurrió con proyectos anteriores.