La encuesta del CIS ha venido a animar la precampaña electoral vasca, que había quedado un tanto oscurecida a nivel nacional desde que el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, anunció el adelanto de las elecciones autonómicas en Cataluña, que vienen cargadas de alicientes, como el posible regreso del expresidente Puigdemont, en qué medida afectará la ley de amnistía al desarrollo de las elecciones o la posible victoria de los socialistas (y qué panorama político se plantearía en caso de que no ocurriera).
El jueves arranca oficialmente la campaña para las elecciones vascas, aunque, en efecto, el CIS ha venido a ubicar la situación, ofreciendo unos números que no difieren en absoluto de las encuestas 'privadas' que llevan varias semanas apareciendo en medios de comunicación. Si los números no cambian, tampoco lo hace la combinatoria a la hora de establecer gobierno: El PNV podría ganar con 30-31 diputados, Bildu podría obtener 28-29 y el PSE 10-11 diputados, un escenario muy apretado en el que los votos de los socialistas serán clave para formar gobierno.
Como se dice en la jerga popular –y desde hace años también en la política– de confirmarse la victoria del PNV, el PSOE no tendría que elegir entre papá y mamá –PNV y Bildu, por cierto, ambos socios del Gobierno–, y con toda seguridad reeditaría el pacto con el PNV. El problema para los socialistas sería que ganara Bildu. ¿Irían a un gobierno de coalición, le prestarían sus apoyos desde 'fuera' o, caso de sumar, apoyarían al PNV y dejarían fuera al ganador de las elecciones? En este segundo escenario, el de la victoria de Bildu, las cosas se podrían complicar para el PSOE en Madrid, que debe medir cada paso que dé porque podría perder como socio a Bildu (o según y como al PNV).
Otra derivada es la del papel del propio PSOE, a punto de celebrar de nuevo como un resultado aceptable un tercer puesto, muy lejos de los números que tuvo hace años. Tampoco el PP, con una previsión de 5 ó 6 diputados, pasa por su mejor momento en Euskadi.
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