La Magna de Jerez, una cuestión de ciudad

La celebración de este evento trasciende al mundo cofrade, ya que se trata de una buena ocasión para que Jerez dé a conocer otros proyectos en los que trabaja, como la Capitalidad Europea de la Cultura 2031

Imagen del pasado martes de la procesión de la Patrona de Jerez, la Virgen de la Merced.
Imagen del pasado martes de la procesión de la Patrona de Jerez, la Virgen de la Merced. JUAN CARLOS TORO

La celebración el próximo 12 de octubre de la Magna Mariana en Jerez es algo que no es –no únicamente– un tema religioso, ni siquiera (nótese el matiz) un tema cofrade: se trata de una auténtica cuestión de ciudad, desde el punto y hora que el Ayuntamiento compromete sus recursos –que al final son los de todos los ciudadanos, independientemente de sus creencias, gustos y aficiones– para que este evento salga como tiene que salir: muy bien.

Todo esto viene a cuento de los problemas que está teniendo la Unión de Hermandades con distintos aspectos de la organización del evento, sobre todo con todo lo que se refiere al tema de la reserva de sillas, cuestión esta, todo hay que decirlo, que se está solucionando. Probablemente, desde la Unión de Hermandades se ha pecado de cierta ambición en el planteamiento telemático, sobre todo al defender la prioridad de sus abonados habituales en Semana Santa, que sin duda es una idea justa, pero que ha complicado la implementación del sistema, creando cierta desazón entre los interesados.

En Jerez hay un amplio consenso alrededor de la celebración de la Magna Mariana y no estamos hablando solo de que se trata de una buena noticia para los hoteles, bares y restaurantes de la ciudad, que también. Se trata de una oportunidad para que Jerez 'coloque' sus proyectos tangibles –por supuesto, con su candidatura a la Capitalidad Europea de la Cultura 2031 a la cabeza– y otros de fondo, como su vocación de superar la profunda crisis que, de alguna manera, ha tenido a la ciudad postrada en las últimas décadas, debido tanto al estado de las finanzas municipales como a la falta de un concepto definido de ciudad tras el agotamiento del modelo económico del que tiraba el sector vitivinícola en cuanto a la creación de empleo.

Es el momento, en definitiva, de vender una ciudad que reclama el sitio que nunca debió perder, una ciudad moderna, alegre y atractiva para invertir y por eso, precisamente por eso, se justifica el esfuerzo que hace la ciudad –creyente y no creyente, cofrade y no cofrade– para respaldar, sin fisuras, la celebración de la Magna.

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