No hay opción al ahorro de agua

El Gobierno destina 1.800 millones de euros a paliar los efectos de la sequía en la actividad rural, un primer paquete que llega en una semana en la que se espera que se batan todos los récords de temperaturas para un mes de abril

Embalse de Zahara-El Gastor, en una imagen que resume la falta de lluvias de la provincia de Cádiz.
Embalse de Zahara-El Gastor, en una imagen que resume la falta de lluvias de la provincia de Cádiz. ESTEBAN

El Consejo de Ministros ha aprobado un primer paquete de ayudas fiscales para agricultores y ganaderos afectados por la sequía por valor de unos 1.800 millones de euros. Se trata de una cantidad importante, aunque las primeras reacciones del sector no han sido muy positivas.

Así por ejemplo, desde Asaja se afirma que esta cantidad no vendría tanto a paliar los efectos de una mala cosecha en buena parte de España como consecuencia de la falta de lluvia y las altas temperaturas de esta campaña agraria —se esperan del orden de 40 grados en el valle del Guadalquivir el jueves y el viernes— como los del año año pasado, ya que realmente son ya varias campañas en las que el medio rural se viene resintiendo de la falta de agua.

Nuestro país tiene que afrontar un reto descomunal: no se trata ya tanto de los efectos de la sequía cíclica que sacude a España, sino que la falta generalizada de lluvias, unidas a unas temperaturas desacostumbradamente altas cuando todavía no va ni mediada la primavera, solo puede relacionarse como un efecto del cambio climático a consecuencia del calentamiento global que sufre el planeta debido a la emisión durante siglos de gases contaminantes. Esto hace que esas previsiones, que tantos se empeñan en considerar a futuros, formen parte de nuestra realidad presente.

Urge que toda la sociedad —y la economía— se adapte lo antes posible al nuevo escenario que ofrece el cambio climático en lo que a los limitados recursos hídricos se refiere

A todo este panorama hay que añadir también la guerra en Ucrania, país que en los últimos años, atendiendo a distintos intereses, se había convertido en el auténtico granero del mundo. Si esta situación en nuestro continente ha traído inflación y freno en el crecimiento económico, en bastantes países de África, directamente, no se puede afrontar la subida generalizada de precios que también ha causado el conflicto.

En este sentido, el ministro de Agricultura, Luis Planas, ha dejado entrever la posibilidad de que España, junto a Portugal, otro país gravemente afectado por la ausencia de lluvias solicite a la Unión Europea que active un programa de hasta 450 millones relacionado precisamente con la crisis de la guerra de Ucrania, pero por ahora está en el aire y tampoco se trata de una cantidad que pueda considerarse definitiva.

Urge que toda la sociedad —y la economía— se adapte lo antes posible al nuevo escenario que ofrece el cambio climático en lo que a los limitados recursos hídricos se refiere. No queda otra. No hay mucha opción para nuevos trasvases o planes como el que actualmente defiende el Gobierno andaluz para Doñana. Es una tautología, pero la ausencia de agua significa ausencia de agua, no a ver de dónde la traigo. La agricultura, como gran demandante de agua, es la que en mayor medida debe comenzar a trabajar en este período de transición y adaptación que, inevitablemente se abre, pero también el resto de agentes económicos y, por supuesto el consumo doméstico. Hace tiempo que el ahorro y la eficacia han dejado de ser una opción...

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