El jueves da comienzo en Dubai (Emiratos Árabes Unidos) la COP28, una nueva conferencia sobre el clima que se desarrollará durante todo el fin de semana. La verdad es que se trata de una cumbre que nace con polémica desde el minuto uno, desde que se decidió que la organización de la misma recayera en los Emiratos, a la sazón el séptimo productor mundial de petróleo del mundo, lo que ha dado a todo tipo de comentarios en prensa, unos más serios, otros ya abiertamente en clave jocosa, y que pueden resumirse en que, a primer golpe de vista, es algo así como ese viejo dicho de meter la zorra en el corral de las gallinas.
Se da la circunstancia de que el presidente de la conferencia va a ser, ni más ni menos, que el director de la compañía estatal de petróleo, el sultán Ahmed al-Jaber. Esta misma semana, un medio del prestigio de la BBC ha dado a conocer que Emiratos planeaba aprovechar su papel de anfitrión para cerrar distintos acuerdos en materia de suministro de petróleo y gas con algunos de los países asistentes a la cumbre, algo que va mucho más allá de la paradoja.
Lo cierto es que algunos de los países ricos de la península arábiga –léase Arabia Saudita, Catar y los propios Emiratos Árabes Unidos– vienen organizando distintas citas internacionales que, como en el caso del Mundial de Fútbol de Catar, levantan controversia –y al final, algo más– desde el mismo momento de su adjudicación. Mundiales de Atletismo y Ciclismo, el circuito alternativo de Golf, la Supercopa de España... son eventos que se obtienen a golpe de talonario y para los que, de repente, en las federaciones internacionales, casi todas ellas con sede en Occidente, dejan de interesar o se minimiza la falta de derechos de las mujeres, personas LGTBIQ+ o los propios inmigrantes que viven en condiciones de absoluta explotación económica.
Todo esto es por lo que se refiere a lo que rodea la celebración de la COP28. En cuanto al contenido, en estas cumbres se suceden acuerdos que luego al final –y al principio– no se cumplen, por mucho que sea de obligatorio para los países firmantes. La Unión Europea sí está haciendo un importante esfuerzo por cambiar su modelo energético, pasar a energías limpias y plantar cara al cambio climático, pero si los países más contaminantes, como India, Rusia, Estados Unidos o China no cumplen sus compromisos –Joe Biden y Xi Jinping, los máximos mandatarios de estos dos últimos países, ni siquiera van a acudir– de poco sirve a nivel global ese esfuerzo de la UE...
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