La Educación pública andaluza arranca el curso con distintas acciones de protesta por parte de varios colectivos, caso de profesores, sindicatos o padres, en defensa de una mejora de la calidad e incluso de la dignidad en las aulas de la comunidad autónoma.
Todo hace prever que será un ‘otoño caliente’ en la educación pública andaluza, atenazada por problemas que se ‘heredan’ de un curso a otro y otros nuevos, como es el encarecimiento del coste del servicio de los comedores escolares –si bien hay que tener en cuenta que hay 50.000 niñas y niños becados, como se aprestó a dar a conocer la Consejería de Educación– o las obras de reforma que se están llevando a cabo a última hora en muchos centros educativos, lo que hace prever que en algunos de ellos se iniciará el curso entre ladrillos, cemento y pintura, aunque aquí hay que tener en cuenta la responsabilidad que tienen también los ayuntamientos.
La Educación y la Sanidad (el SAS no consigue reducir drásticamente la espera para el especialista o para una intervención, pese al plan específico puesto en marcha) son dos de los pilares fundamentales en que se basan el estado del bienestar y la igualdad de oportunidades y son dos de los flancos más desguarnecidos de la gestión de Juanma Moreno al frente de la Junta de Andalucía. El PSOE, el conjunto de la oposición de izquierda y los sindicatos son plenamente conscientes de este hecho y de que por ahí, solo por ahí, puede producirse la ‘erosión’ que termine desalojando al PP de Moreno del gobierno de la Junta.
Las encuestas realizadas hace unas semanas, cuando se llegó a mitad del segundo mandato de Moreno, demuestran que, por ahora, ni la acción de gobierno ni los evidentes problemas en Sanidad y Educación están produciendo un desgaste significativo en el gobierno del PP. Antes, al contrario: está por ver en qué medida la ‘munición catalana’ puede calar entre un electorado que puede sentirse agraviado por el cupo –o como se quiera llamar– acordado por PSOE y ERC para la financiación de dicha comunidad.
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