Un país dividido ahora por una amnistía. Dividido primero por un resultado electoral; a continuación, por una investidura, luego por otra y ahora también por el principal –y más polémico– documento que le da soporte, la amnistía al independentismo catalán.
Es cierto que hace ya diez días que dieron comienzo las manifestaciones en contra de la amnistía en la calle Ferraz de Madrid, sede central del PSOE, varias de esas noches con actos violentos y cargas policiales, pero esas protestas eran en contra de que se acordara una ley de amnistía, no contra el texto concreto de la misma, que se ha dado a conocer el lunes. El texto de la futura ley, huelga decirlo, no va a servir precisamente para que las cosas se vayan tranquilizando.
Así, los principales medios de comunicación, por ejemplo, han solicitado opinión a expertos juristas, más o menos afines con su ideología y su línea editorial, con un único resultado tras el repaso a dicha ‘revista de prensa’: la futura ley es perfectamente constitucional para unos y, no lo es, en absoluto, para otros. Pero claro, los análisis aquí son más afilados. Hay quienes ven, por ejemplo, que el preámbulo de dicha ley es impecable y hay quienes piensan que es un auténtico “bodrio”, un “engendro” y, abundando aún más, se ha podido leer sin ningún problema en los medios la palabra “caca” para referirse al texto y su redacción. Si este es el lenguaje en el que se expresa públicamente gente, en principio, de reconocido prestigio, no merece la pena darse una vuelta por las redes sociales.
En cualquier caso, conviene reparar en algunos temas. La ley la ha presentado el PSOE en solitario, lo que da que pensar que el debate sobre la amnistía puede que no sea solo entre el bloque que la defiende por activa o por pasiva al investir a Pedro Sánchez, sino que, en absoluto, cabe descartar que no vaya a haber alguna enmienda entre los apoyos –léase ERC– al candidato socialista. Esto sería tremendamente delicado para un texto que, independientemente de la opinión que se tenga del tema, de amnistía sí o no, es una construcción en la que todo está cogido con pinzas, al servicio de una idea concreta, y cualquier ‘desplazamiento’, cualquier rendija de última hora se puede convertir en una auténtica grieta. Por eso el PSOE quería presentarla de manera conjunta con todos los grupos que la apoyan y no, como cabe la posibilidad, tener que ponerse luego a aceptar enmiendas provenientes del ‘fuego amigo’. ERC no quiso ir con el bloque –es evidente que quiere estudiar detenidamente lo que se terminó de acordar con Junts– y el PSOE pensó, con buen criterio, que todos unidos o el partido solo.
Por lo demás, usando esa expresión que tanto les gustaba a los independentistas en los días de enfrentamiento callejero durante la algarada, parece que “comienza el baile” jurídico. Por citar solo Andalucía, la Junta está preparando recurso de inconstitucionalidad, mientras el TSJA también ha emitido un comunicado en el que muestra su “preocupación” por dicha ley y sus consecuencias. Hoy, la investidura, primer acto.
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