Ninguno de los dos partidos mayoritarios, ni PP ni PSOE, tienen una idea clara de cómo afrontar la crisis del reparto de los menores no acompañados llegados a las Islas Canarias en los últimos meses y que han saturado la capacidad de respuesta de esta comunidad autónoma, ni desde un punto de vista político ni humanitario.
Se habla de solidaridad para hacer frente a este reparto, al borde de una vergonzosa subasta, pero es un tema, más bien, simple y llanamente de sentido común. No es de recibo que el PP –las comunidades en que gobierna, para ser más exactos– se haya puesto el tope de recibir a 400 menores migrantes, cuando la saturación de Canarias es de unos 3.000. Vox ha alertado al PP de que no le temblará el pulso a la hora de romper pactos autonómicos, algo que abriría un nuevo escenario político, entre otras cosas porque hay que recordar que algunos de estos gobiernos se firmaron con el concurso mínimo de Génova y sin una visión global de partido.
En ese contexto, hay que decirlo también, no se entiende la actitud de Andalucía, La Junta también se ha estado haciendo la 'despistada' cuando no hace tanto era precisamente la comunidad autónoma más afectada por este problema y la que demandaba cooperación al resto de comunidades.
Eso sí, el Gobierno tampoco puede sacar precisamente pecho, porque en esta crisis está manifestado un notable problema de liderazgo, escondiéndose detrás de la conferencia de las autonomías. Cuestiones de Estado, necesitan respuestas de Estado que, por ahora, brillan por su ausencia.
Por último, habría que interpelar a la sociedad en su conjunto por la hipocresía que demuestra en este tema, una sociedad que no duda en jalear a dos jóvenes adolescentes hijos de inmigrantes con la Selección Española de fútbol –y así debe ser–, pero que refiere todo tipo de problemas cuando se trata de otros jóvenes, muchas veces niños, que llegan a nuestro país en busca de una oportunidad huyendo, en la mayoría de los casos, de auténticos dramas personales.
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