El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, acaba de iniciar un viaje oficial a China encaminado a la captación de inversiones, en el que está acompañado por un número indeterminado de acompañantes entre consejeros (tres), empresarios y personal colaborador u organizativo.
Cuando un mandatario hace un viaje de estas características –al menos en España, independientemente del color político– sabe que es inevitable que la oposición y la prensa de signo contrario cuestionen la necesidad del mismo, con un argumentario que, en ocasiones, se basa en la lógica y el sentido común y, en otras, deriva irremediablemente hacia la demagogia (términos que vale igual para la justificación del mismo que puedan dar las autoridades que lo emprenden).
En el caso concreto del periplo de Juanma Moreno por la segunda potencia mundial, parece aceptable que se vaya a la búsqueda de inversiones para Andalucía, pero no tanto que dure diez días. Otra: por ejemplo, parece lógico que el máximo dirigente del PP andaluz cuestione todo lo que viene de Venezuela, incluido el presunto fraude electoral, pero está por ver qué capote saca en la reunión (parcial) que tiene con miembros del comité central del Partido Comunista de China, reunión en la que aunque realice algún tipo de llamamiento en la defensa de los derechos humanos ‘tipo estándar’ es impensable pensar que haga una denuncia pública que pueda crear malestar en las autoridades de dicho país.
Una nueva oportunidad para Santana en Linares bajo licencia de algún fabricante de coches eléctricos, la promoción de Andalucía como una opción que pueda atraer a un turismo de alto poder adquisitivo o el acuerdo con la empresa china Hygreen para cerrar al menos tres inversiones relacionadas con la producción de hidrógeno verde parecen, en principio, buenas noticias, pero este tipo de viajes deberían ser analizados y valorados no a priori ni justo después de terminar siquiera, si no justo cuando se cumplan plazos y se vea si se ha cumplido lo prometido o no. Ese sería el momento de juzgar si en un viaje ha primado el trabajo… o el recreo.
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