Ryanair se marcha del aeropuerto de Jerez. Hay noticias que, además de ser negativas son inoportunas, como es el caso, ya que se produce a las puertas de que dé inicio Fitur, la mayor de las ferias de turismo que se celebran en España. No es la mejor tarjeta de presentación para una provincia como Cádiz que acude a la cita de Madrid a vender sus indudables encantos turísticos (clima, playas, patrimonio, enogastronomía) con un ‘portazo’ en las narices.
También es un dato duro para el Ayuntamiento de Jerez, que trabaja en la consolidación de su ‘hub’ aeronáutico y que ve como una compañía tal vez discutible, pero importante, como es Ryanair, decide marcharse justo ahora, aunque apele a que está en un momento de redefinición estratégica en toda Europa y que en varios países ha tomado medidas estratégicas similares, reduciendo su presencia en aeropuertos pequeños y medianos.
En principio hay dos grandes motivos detrás de la decisión de Ryanair. La primera de ellas es la ubicación geográfica de Jerez, 'emparedado' a una hora del aeropuerto de Sevilla y a poco más de dos ni más ni menos que de Málaga: la 'teoría del sándwich', tal y como la ha llamado en alguna ocasión la alcaldesa de Jerez, María José García-Pelayo. Por eso, la provincia de Cádiz tiene que seguir trabajando en un único sentido: tanto por población propia como por número de visitas merece tener un aeropuerto de entidad.
Pero, sin duda, lo que no tiene discusión es el aprovechamiento y disfrute que hacen compañías como Ryanair de las subvenciones –ayudas, exenciones, incentivos, rebajas... llámese como se quiera– que les llegan de las Administraciones públicas para 'convencerlas' de que establezcan nuevas líneas en determinados aeropuertos. El Gobierno, Aena, la Junta y la Diputación de Cádiz han salido en tromba contra la decisión de Ryanair, con acusaciones incluso de "chantajista" hacia la compañía irlandesa. Es cierto que algo de eso hay, pero tampoco parece que el sistema actual de incentivos a las compañías, en el que se mezclan necesidades reales con cierto chovinismo, todo hay que decirlo, sea ni el más adecuado ni el más transparente...