La sequía (aunque se tome un respiro) no espera

Hace bien el PSOE al reabrir el debate político preguntando por obras programadas para paliar los efectos de la sequía en Andalucía, obras que, tras las grandes lluvias de marzo, parece que ya no corren prisa

Sequía. Una mujer se lava el pelo en un lavapiés de una playa de Chiclana.
Sequía. Una mujer se lava el pelo en un lavapiés de una playa de Chiclana. JUAN CARLOS TORO

¿Andalucía está ahora mismo en un período de sequía? Pues con los embalses a un 33% de su capacidad (Sevilla al 50%, Cádiz solo al 24%) es opinable. Por citar solo a comunidades vecinas, Andalucía está bastante mejor que la Región de Murcia, al 22%, pero muy por debajo de Extremadura, al 54%.

Desde luego, teniendo en cuenta que estamos en verano, los ayuntamientos costeros entienden que sí, ya que muchos han prescindido este verano de los servicios que habitualmente prestan con las duchas y los lavapiés de las playas, y que este año están operativos en contados arenales.

En cualquier caso, este ahorro de agua tiene más de simbólico que otra cosa, es más que nada un mensaje para los ciudadanos, tanto si son propios como visitantes, porque ahí no se dirime el servicio del agua que reciben –que deben recibir– del orden de 8.600.000 personas más un número ingente de turistas.

Y ahí ha entrado de manera oportuna el PSOE, abriendo un nuevo frente en el inicio del curso político andaluz, como es el de volver a hablar de la sequía, un tema que tras las importantes lluvias caídas la pasada primavera, sobre todo a finales de marzo y primeros de abril, había quedado en segundo plano, aunque hay que reconocer que el gobierno de la Junta ha manifestado en distintas ocasiones que ya no cabe hablar de problemas coyunturales con el agua, como ha sucedido históricamente con las lluvias y la disponibilidad de agua en la cuenca del Mediterráneo, sino que se ha tomado conciencia de que, a consecuencia del cambio climático, la disponibilidad de agua en Andalucía va a ser cada vez más incierta. Hace bien el PSOE en preguntar qué ocurre con esos 1.200 millones de euros en obras, muchas de ellas pequeñas, encaminadas a reconducir el acceso al agua tanto para las necesidades de los ciudadanos como del campo. La oposición debe estar encima de la acción de gobierno y es cierto que las aguas de marzo, como aquella canción brasileña, vinieron a aliviar un problema que, simplemente, no ha desaparecido y que puede volver en cualquier momento…

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