Esta semana, en concreto el día 2, el planeta Tierra dijo basta, basta por el 2023 en cuanto a su capacidad de generación de recursos. El que piense que no lo ha notado, se equivoca: en realidad llevamos años notando sus consecuencias. Hablamos de la celebración –un decir– del Día Mundial de la Sobrecapacidad de la Tierra, que es la fecha en la que distintas instituciones y ONG calculan que es el tope a partir del cual el planeta deja de ser capaz de regenerar los distintos recursos que la humanidad ha utilizado durante ese año. Es decir, hasta fin de año, el planeta tiene por delante cinco meses de sobreexplotación de sus recursos.
Un símil. Con la fecha del 2 de agosto en la mano, la Tierra debería ser 1,75 más grande para satisfacer las demandas de la humanidad, manteniendo su capacidad de regeneración. Un desfase. Un desfase en todos los sentidos.
Obviamente, la humanidad, con sus políticos al frente, tiene que actuar y hacerlo ya. Es cierto que el año pasado, el Día Mundial de la Sobrecapacidad fue el 28 de julio, luego se ha atrasado cinco días, pero cuando se piensa en la sequía, en la subida de las temperaturas tanto de la tierra como de los océanos, en las inundaciones o en los incendios forestales que trae a un proceso asociado a este problema, como es el cambio climático, es inevitable pensar que dichos avances van a paso de tortuga –en 1970, primera vez que se ‘celebró’ este día, la fecha fue el 29 de diciembre, así que el retroceso no puede ser más evidente–, poco más que una anécdota.
Global Footprint Network (GFN), un laboratorio de ideas socio de la ONG conservacionista WWF, es el encargado de realizar las mediciones a partir de la biocapacidad (regeneración biológica) y la huella ecológica (demanda de recursos) para establecer la baremación anual.
En lo que se refiere a España, los datos no son precisamente buenos, ya que consume recursos tres veces por encima de su capacidad de regeneración. Estamos en línea con países como Francia o Suiza y un poco mejor que Alemania o Japón. Qatar y Luxemburgo son los dos peores países del mundo.
El objetivo con el que se trabaja es atrasar este reloj diecinueve días para el 2030. No se trata de que parezca un objetivo al alcance: es que simple y llanamente debe serlo.