El SAS atendió durante 2023 del orden de 5.170.000 urgencias hospitalarias. ¿Son muchas, son pocas, es una cifra que se puede considerar normal? Si se tiene en cuenta que Andalucía tiene del orden de 8,6 millones de habitantes, es evidente que más de la mitad –de hecho, la media sería aproximadamente el 60%– de los habitantes de la comunidad acudieron en algún momento durante el año pasado al servicio de Urgencias (hospitalarias), por lo que, en efecto, parece un número de usuarios bastante elevado. De hecho, el carácter de urgencia de la inmensa mayoría de estas consultas se relativiza desde el mismo momento en que únicamente el 7% de todas las atendidas requirió hospitalización.
Además, hay que tener en cuenta que este informe estadístico, que se ha dado a conocer esta misma semana, no contempla las urgencias que se atienden en los centros de salud, el bastión de la Atención Primaria en Andalucía.
Un uso de urgencias desmedido, una Atención Primaria claramente sobrepasada (solo se puede llamar así una espera de dos semanas para obtener cita con el médico de familia)… La situación de la sanidad andaluza en este tema está en bucle, es como la pescadilla que se muerde la cola: la gente va de urgencia como vía rápida para solucionar su problema de salud porque tardan muchos días en darle cita en un servicio –Atención Primaria– que está colapsado, por lo que, a su vez, termina colapsando Urgencias con problemas y situaciones que, propiamente no lo son, mientras que ir al médico de familia ha quedado para seguimiento de enfermedades de larga duración o ajustar tratamientos, poco más.
Es decir, de alguna manera ir de urgencia ha entrado a formar parte de lo que los ciudadanos, más allá de la nomenclatura que le den políticos y técnicos, considera su propia 'atención primaria'. En lo que no se solucione el servicio de Atención Primaria o al menos se mitiguen los actuales problemas, no tiene demasiado sentido hacer pedagogía con los límites que debe –que debería– tener el uso de las Urgencias.