El vino español exporta por valor de 400 millones de euros a Estados Unidos, lo que convierte a este país en el segundo mercado exterior. Tras el anuncio del presidente Donald Trump de la entrada en vigor de aranceles del 20% para la importación de los vinos europeos, es inevitable preguntarse por la suerte que correrá este sector.
Las opiniones son para todos los gustos, desde las apocalípticas hasta las que respiran aliviadas, después de que se confirmara que el arancel se queda definitivamente en el 20%. Hay que recordar que Trump amenazó con llevar al arancel al vino europeo –con cita expresa al champán francés, nunca a los vinos españoles– hasta el 200%, lo que hubiera supuesto simplemente un precio disparatado para los vinos de la Unión Europea en las estanterías de los supermercados estadounidenses. Por eso hay quien respira aliviado por la desaparición del 'último cero' y se agarran a algo así como a ver qué ocurre, pero hay quienes piensan que un 20% más en un producto ya de por sí encarecido –hay que tener en cuenta, por poner un ejemplo, que una botella de vino de Jerez tipo cuesta en Estados Unidos el doble que en España, si bien, por supuesto, el nivel de vida es muy superior– va a ser un freno importante para las expectativas del vino español.
El vino comienza a mirar a otros mercados con potencial de crecimiento, caso por ejemplo de México o Japón, pero lo hace sin reparar en que, posiblemente, de seguir así las cosas, en unos meses podemos estar hablando de una recesión mundial, consecuencia lógica de la guerra arancelaria desatada por Trump.
Probablemente, haría bien el sector bodeguero –y apuntamos desde aquí también al jerez y la manzanilla– a no pasar por alto las posibilidades que ofrece el propio mercado español, un mercado en continuo descenso peso a que España es el principal productor mundial neto de vino y que, curiosamente, pese al buen momento por el que atraviesa en cuanto a imagen y moda, con 20 litros por persona al año, está muy lejos de las cifras de países cercanos como Portugal, Francia o Italia, que duplican el consumo en España.