Hace años que el tirón turístico de las Zambombas es una realidad. Hoy en día se puede decir que es algo más. Las Zambombas ya no son algo particular de Jerez (y de Arcos), que por supuesto, son un reclamo turístico para buena parte de la provincia. Cádiz, El Puerto, buena parte de la Sierra y, claro está, Jerez, tienen desde el miércoles sus hoteles prácticamente llenos y entre el jueves y el viernes mucho de ellos colgarán (aunque sea en internet) el cartel de completo. Sí, es por el puente de la Constitución, pero también es por las Zambombas de Jerez, que incluso se reproducen en otras localidades.
La declaración de Bien de Interés Cultural (BIC) de la Zambomba por parte de la Junta de Andalucía, hace cosa de ocho años, dio un fuerte espaldarazo a esta fiesta, hoy fenómeno. El gobierno municipal de entonces –se puede decir que Mamen Sánchez estaba empezando en la alcaldía– decidió apostar fuerte por esta fiesta que, hasta entonces, aunque tenía tirón en Jerez, en las localidades más cercanas y en ciertos ambientes de Sevilla e incluso Madrid, estaba muy lejos de la Feria del Caballo y la Semana Santa en cuanto a repercusión turística. Hoy en día, teniendo en cuenta que son cinco los fines de semana 'oficiales' en que se celebran Zambombas, incluido el Puente de la Constitución, y las miles de personas que hay en el centro de Jerez los días clave, probablemente sería una imprudencia seguir adjudicando ese tercer lugar a priori, tanto por el número de visitantes como por el dinero que se mueve.
Decíamos que el recién entrado gobierno socialista apostó fuerte por la Zambomba en 2015 y, desde luego, la popular García-Pelayo, en su regreso a la alcaldía, no tiene intención ninguna de aflojar en este tema, antes al contrario. El problema es que la Zambomba en Jerez empieza a mostrar distintos problemas, sobre todo por lo que a masificación se refiere. De una parte están los vecinos, que comienzan a hartarse de los problemas de convivencia y las molestias que generan tanta gente y tantos días, pero es que además es frecuente la queja de los propios hosteleros del centro, que ven que es una fiesta que se está saturando y que es imposible dar un buen servicio a jerezanos y visitantes.
Obviamente, la Zambomba a corto y medio plazo no va a parar aunque, efectivamente, es una fiesta que se acerca a su pico álgido. Es muy pronto para hablar de morir de éxito, pero el gobierno municipal de Jerez, independientemente de las siglas, haría bien en comenzar a introducir medidas correctoras que eviten los excesos que, sin duda, se están produciendo.