El otro día mi madre me preguntó por qué hacía huelga este 8 de marzo. Mi respuesta fue clara: porque llevo varios años trabajando para hacer un periodismo feminista, un periodismo que respete a las mujeres y las visibilice; porque me duele cada asesinato machista y porque creo en la libertad de las mujeres y la equidad de derechos.
El año pasado uno de los lemas de la huelga feminista era “1.000 motivos”. Considerábamos que teníamos razones de sobra para esa huelga, y la seguimos teniendo, porque lamentablemente la situación de la mujer no ha cambiado a mejor. En estos dos meses y 1 semana del año ya han asesinado a 22 mujeres, 14 de ellas a manos de sus parejas y exparejas. No teníamos un dato así de malo desde 2011 -a excepción de 2017 cuando fueron 16 mujeres asesinadas-. Este repunte de la violencia machista y de las agresiones sexuales nos debería sensibilizar aún más y rechazar con dureza ese negacionismo que nos llega desde la ultraderecha y la derecha.
Por desgracia eso no sucede. Es más cómodo creerles a ellos -ya sabemos que a nosotras nos creen poco y mal- y gritar contra el feminismo. “Yo es que no soy ni machista ni feminista”, se desmarcan algunos y algunas, dejando patente que no se han leído siquiera la definición de la RAE de feminismo...
El periodismo tampoco escapa del machismo que existe en la sociedad. Las mujeres ocupamos menos puestos directivos en las empresas de comunicación y tenemos la percepción de que tenemos menos oportunidades de ascender que nuestros compañeros. Un reciente estudio realizado a mujeres periodistas revela que 2 de cada 3 mujeres no ve posible conseguir un ascenso. Si estos datos no os influyen, solo tenéis que hacer un repaso a los medios locales y provinciales para ver que es real. ¿Cuántas directoras de medio conocéis? ¿Cuántas jefas de redacción? No voy a decir que ninguna, pero pocas sí.
Hace dos años participé activamente en la movilización en Jerez de 'Las Periodistas Paramos', un movimiento de mujeres periodistas hartas de tanta desigualdad en nuestro sector, de la precariedad, de los techos de cristal y de los suelos pegajosos (aquí cito a mi compañera Ana Bernal Triviño para sumarme a su petición: ¡hablemos de los suelos pegajosos!), de tantas informaciones repugnantes sobre mujeres de la esfera pública y de entrevistas machistas. Ese 8 de marzo de 2018 fuimos más de 50 periodistas y comunicadoras en Jerez las que nos sumamos a la huelga feminista y leímos nuestro propio comunicado reivindicando todas estas cuestiones y algunas más.
Si bien es cierto que soporté alguna que otra burla privada de algunos compañeros que no entendían bien nuestras demandas y las del movimiento feminista, quiero creer que sí que sirvió de algo y que les hizo tomar un poco de conciencia, a ellos y a la ciudadanía.
Este domingo 8 de marzo volveremos a las calles, las mujeres y también las periodistas, porque nuestras reivindicaciones van encaminadas a hacer un periodismo feminista, y eso significará que estamos ofreciendo una información mejor y más igualitaria a la sociedad. Parafraseando a Mabel Lozano en una entrevista que le hice en FemiCádiz, “el feminismo solo trae cosas buenas”.
Por todo esto, este domingo volvamos a parar.
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