Hace tiempo que no me asomaba a esta ventana de opinión de lavozdelsur.es, pero no me he podido aguantar tras el inmenso zasca que la vicepresidenta Yolanda Díaz le ha propinado a la diputada García-Pelayo en respuesta a la pregunta formulada por la ex alcaldesa de Jerez en la última sesión de control al Gobierno.
Pelayo, tan corta de memoria como de ética, reprochó a la ministra de Trabajo que “las medidas económicas del Ejecutivo preocupan y alarman a la gente”, y le pidió a Díaz que se "vuelva a poner los vaqueros como cuando se iba a los barrios de España y se reunía con la gente (…)". Qué lastima que la mascarilla solo nos dejo ver los ojos inquietos de Pelayo, y no la totalidad de su rostro, mientras atendía la replica de la ministra, pues “el dato” que le recordó Yolanda Díaz sobre su gestión en Jerez seguro que le dejó la cara lívida.
La ministra de Trabajo vino a decirle que, en sus años de alcaldesa, la diputada popular perpetró el mayor atropello cometido contra los derechos de los trabajadores y trabajadoras en este país en democracia, tras poner en la calle a 260 integrantes de la plantilla municipal del Ayuntamiento de Jerez. Efectivamente, hay que recordar que, sin mas criterio que el de su dedo, Pelayo fue señalando a las victimas, una a una, como una cazadora implacable que abate las piezas desde su puesto en la montería, sin inmutarse, mientras su secretario le arrima una copa de fino y una tapa de jamón. Hace ahora diez años.
Yolanda Díaz es mucho barco para la grumete Pelayo, que no creo que después de esta ración quiera volver interpelar a la ministra para que le dé más
La sentencia de aquel primer ERE aplicado en una administración publica al abrigo de la reforma laboral de Rajoy, dio la razón a los trabajadores, declarándose los despidos improcedentes, al haberse realizado la selección sin criterios objetivos y de forma "absolutamente arbitraria". Pero dicha sentencia no les devolvió sus puestos de trabajo, pues la decisión judicial dejaba en manos de García-Pelayo la opción de indemnizar o readmitir a los trabajadores, optando el gobierno municipal del PP por la primera opción, lo que supuso más de 10 millones de euros a los bolsillos de los jerezanos. Pelayo echó a la calle a trabajadores con mas de 25 años de antigüedad, si bien perdonó a otros cercanos al Partido Popular con menos de 5, siendo el caso mas llamativo el del marido de una diputada andaluza, en aquellos momentos, que hoy ocupa un alto cargo en el organigrama de Moreno Bonilla.
No se puede decir que la diputada María José García-Pelayo sea muy activa allá donde la colocan, ya sea en el Congreso, Senado o, en su día, el Ayuntamiento de Jerez. Más bien todo lo contrario. Sus grandes hitos como alcaldesa fueron despedir a esos 260 trabajadores y trabajadoras, privatizar la Empresa Municipal Aguas de Jerez, mal vendiéndola por una miseria a Aqualia, y encargarles a empresas de la trama Gürtel el estand de Jerez en Fitur en 2003. De este ultimo asunto salió indemne, tras archivar la causa el Tribunal Supremo en mayo del pasado año por “haber prescrito los hechos”.
Si darle bola a García Pelayo en el Congreso es consecuencia de la nueva estrategia de la dirección del grupo parlamentario del PP en la etapa Feijóo, el Gobierno de Pedro Sánchez se puede frotar las manos. La vicepresidenta Yolanda Díaz se hartará de darle "datos" a la alcaldesa del ERE ilegal para goce de la concurrencia. Con la reforma laboral impulsada por la vicepresidenta y ministra de Trabajo ya no habrá mas pelayos haciendo purgas en ningún ayuntamiento de España como sí propició la reforma de Rajoy, a la que la alcaldesa popular se apuntó de inmediato para hacer méritos ante la cúpula de Génova.
Yolanda Díaz es mucho barco para la grumete Pelayo, que no creo que después de esta ración quiera volver interpelar a la ministra para que le dé más. Hay un abismo entre una y otra. En cualquier democracia europea el currículo de la jerezana le habría apartado hace tiempo de la política. Pero ahí sigue, sin otro oficio que el que su militancia en el PP le ha proporcionado durante tantos años. De algo hay que vivir. En fin, ahora que se acerca la Semana de Pasión, la diputada García Pelayo podría hacer acto de contrición y, aunque tarde, arrepentirse de sus “pecados” en el Ayuntamiento de Jerez.
Visto lo visto, cuántas Yolanda Díaz nos hacen falta y cuántas García-Pelayo nos sobran en este país.
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