Soy fan de esa gente que está remando ahora mismo y dándole vueltas a su cabeza a favor de la confluencia entre las izquierdas y particularmente me inquietan quienes se aferran a instintivas idiosincrasias históricas y bagajes que creen que les pueden dar legitimidad para liderar cualquier proyecto. Es un trampantojo aludir al comunismo como viejo bálsamo que todavía funciona y son mucho más inquietantes quienes vinieron con su mesías a cambiarlo todo para que nada cambie. El proyecto debe ser común y transversal, sin excluir a nadie, o será imposible derrocar a la derecha en esta ciudad. Debate, consenso, libertad de militancia y pensamiento crítico.
No se desgasten en las viejas etiquetas porque aunque no hay nada nuevo bajo el sol, hoy podemos dialogar con un liberal con vocación en lo social tan alegremente como con alguien que va de puro y se aferra a una lista. El proyecto local no necesita banderas ni otras sensibilidades que lo común, lo que nos une, que no es más que el 99 % de todos los programas electorales progresistas. A cualquiera que se le pase por la cabeza ser el número 1 que dé un paso atrás. La criba en este aspecto debe ser honrada asumiendo qué partido tiene por intuición más intención de voto. Existen sondeos para esclarecer eso. Si la izquierda no va unida a las próximas elecciones, de nuevo tropezará en la inoperancia de lo atomizado y de lo que marca el ego más allá del consenso en lo común.
Listas cremallera, de mayor a menor en intención de voto, en carisma y a continuación a trabajar de forma horizontal. Posiblemente esté razonando de manera ilógica, no soy un gran conocedor de la ley D'hont ni mucho menos de los entresijos de las maquinarias partidistas a nivel local, pero escribo como ciudadano de izquierdas, con vocación pseudo anónima. Hagan esa lista, retrocedan o impúlsense según las matemáticas, posibilidades y ganemos a la derecha.
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