La Magna y el ser humano

He disfrutado mucho de La Magna, me gusta el arte sacro y la música desde mi agnosticismo pero entiendo a los habitantes del casco antiguo

Resto de basura tras la celebración de la Magna del pasado sábado en las calles del centro de Jerez.
Resto de basura tras la celebración de la Magna del pasado sábado en las calles del centro de Jerez. ESTEBAN

Todo es política y estamos obligados a practicarla. De ella dependen todas las decisiones que conciernen a lo público, lo urbano y desde las fechas de las fiestas hasta las facturas del agua todo se decide en un pleno municipal.

Este sábado la Magna de Jerez tuvo muchos detractores cuyos discursos no carecen de lógica si nos atenemos al comportamiento cívico de la masa cuando se concentra. Algo inevitable en todo tipo de eventos, sea del cariz que tenga y si la falta de infraestructuras y de educación junto con el alcohol que desinhibe entran en la ecuación. Una noche de concierto, el carnaval, la feria y las zambombas...todo termina con un hedor hediondo imposible de soportar. Evidentemente no es justo que un vecino del centro encuentre su portal lleno de escoria y meados.

Pero la culpa no es del evento, es del ser humano que al margen de ideologías sucumbe a sus emociones e instintos cuando la masa lo ampara en un anonimato que le da impunidad frente a la polis. Lo que no es de recibo es la presencia de estos eventos en el centro siempre abandonados a la suerte de unas hordas de turistas demasiado multitudinarias.

Este sábado disfruté mucho de La Magna, me gusta el arte sacro y la música desde mi agnosticismo pero entiendo a los habitantes del casco antiguo. Carácter latino, falta de eficacia en la gestión, lugar equivocado, etcétera. Se me ocurren algunas cuestiones que podríamos mejorar. Quizás determinados eventos no tienen sentido fuera del casco antiguo por una simbiosis natural entre ubicación y significado por la cercanía de los templos, el mapa de calles medievales y el sabor de la ciudad de intramuros.

No, no se me ocurre dar paso a pasódromos en la periferia, con lo que sí estoy es con la dosificación de eventos. En definitivas cuentas, la política y el interés por lo comentado convierten en enamorados de lo público y el amor por su descanso y tranquilidad. La sociedad avanza pero los periodos de transición son insufribles.

Ahora se parten menos bombillas con un tirachinas, se mantiene más el mobiliario urbano, se tortura menos a los animales, se recogen las cacas de los perros. Sí, queda mucho por hacer pero estamos en camino. Todo pasa por la educación y la empatía.

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