El tiempo ya no es lo que era

De un tiempo a esta parte ver el tiempo al final de los informativos de televisión me parece un mal chiste. No sé si a vosotras también os pasa. No me malinterpretéis, el intento de normalidad para resistir a este largo domingo de confinamiento pasa por variar nuestras rutinas lo menos posible, y ver el parte meteorológico se puede incluir dentro de esta necesidad. Sin embargo, no deja de ser raro ver a la presentadora explicarnos el tiempo que hará mañana e incluso si hará sol el fin de semana, como si ese dato fuera a cambiar en algo nuestra vida actual, como si la meteorología de los próximos días fuera un dato esencial para nuestros no planes, porque ya no los tenemos ni podemos aventurarnos en hacerlos. La desescalada llegará más pronto que tarde, pero la normalidad tardará mucho más en alcanzarnos. Así, la lluvia, cuando la vemos caer desde nuestra ventana reconvertida ahora en trinchera, se presenta como cómplice de nuestra desdicha y alivio de ese dolor que se nos clava en el alma al pensar en un domingo de sol encerradas en casa. En un día soleado sin paseos ni cervezas, sin risas y sin abrazos, esos que tanto nos gustaba dar y que seguimos añorando a cada minuto que pasa. Gracias a nuestra nueva amiga, la lluvia, podemos engañarnos a nosotras mismas y pensar que con ese mal tiempo no apetece salir a la calle. Y nos quedamos mirando el agua caer, deseando que no pare pero añorando, a su vez, que el sol regrese a nuestras vidas y se cuele a través de nuestra ventana. Por eso, aunque sigamos confinadas sin poder salir de casa, seguimos mirando el parte del tiempo, que ahora es fiel compañero de la lavadora y de las conversaciones de patinillo. "Vecina, que mañana no llueve: toca colada".

María José Romero Fernando es periodista. Nº colegiada: 519.