La sociedad que empoderaba monstruos

Hay multitud de análisis que exploran las causas de esta involución, de esta vuelta a imbecilidad colectiva que supone el fascismo del siglo XXI

miguel angel lopez moreno

http://milan2.info

La sociedad que empoderaba monstruos.
La sociedad que empoderaba monstruos.

Cuando servidor era joven se decía que para llegar a la madurez con ideas socialdemócratas, tenías que ser troskista en la juventud. Es decir, había que empezar en un extremo ideológico para llegar a una madurez moderada. Porque, claro, si con 20 años estabas en Fuerza Nueva o en las juventudes de Alianza Popular… el proceso te llevaría a las profundidades más oscuras del franquismo ideológico. Y eso no era bueno (no era bueno entonces, hoy es la normalidad). El problema es que actualmente, para sujetos como Abascal o Ayuso (que afloran desde esas cavernas ideológicas, precisamente) todas las políticas sociales de una socialdemocracia rosita-rosita son extremismos propios de socialcomunistas [dicho esto con la nariz arrugadita y cara de asquito].

Hablo de estos dos sujetos —me refiero a Abascal y Ayuso, VOX y PP— porque son españoles, como servidor, pero a nivel internacional está el resto de la tropa (Trump, Milei, Orban, Meloni, Nethanyahu, Lukashenko, Le Pen, Putin y lo que te rondaré, morena…) acompañados de esa élite de supermillonarios sin entrañas y con un poder tan enorme que podrían comprarse países enteros. Es gente con tanto poderío que no necesitan ni urnas ni votos para ser lo que son. Para estos fascistas del siglo XXI, la moderación política que imaginábamos alcanzar en el otoño de la vida es ahora un extremismo a exterminar cuanto antes… ¡y medios tienen de sobra!

Es decir, de golpe y porrazo, nuestra madurez ideológica, que la imaginábamos instalada en la más ñoña de las socialdemocracias, resulta que no, que seguimos siendo extremistas. Para esta caterva somos en realidad terroristas sociales con la intención de estropear sus negocios privados, que es como conciben ellos el Estado: una cancha para hacer negocios y sálvese quien pueda. Ya está. Ahí no existe la solidaridad ni la empatía. Estos especímenes nos deshumanizan y nos etiquetan como cosas a exterminar en un proceso largamente ensayado en la historia… y estoy pensando en los nazis exterminando judíos, en los franquistas asesinando a republicanos y haciendo desaparecer sus cuerpos, y en los sionistas judíos matando palestinos como si fueran ratas, entre otros muchos genocidios en la historia.

Así las cosas, solo hace unos meses, solía decir, cuando estaba entre amigos, que me conformaba con que respetáramos al adversario político. Que me daba igual que se fuera de derechas, de izquierdas, arriba o abajo, pero que se ciñeran a las reglas del juego democrático y se recuperara la cortesía, la elegancia y la bonhomía parlamentaria. Quería, ingenuamente, que los políticos fueran adversarios, no enemigos. Solo eso deseaba. Sin embargo, hoy, a principios del año 2025 lo que observo es que todos estos fascistas del siglo XXI son elegidos democráticamente.

Todos estos sujetos, y los que irán apareciendo, llegan al poder a través de mayorías sociales, a veces abrumadoras. Pero, ¡por Belcebú!, una sociedad que elige a estos monstruos no puede ser una sociedad sana. Negros que votan a racistas y supremacistas blancos, mujeres que votan a misóginos y acosadores, migrantes que votan a xenófobos, personas del colectivo LGTBIQ+ que votan a homófobos, ecologistas que votan a negadores del cambio climático, científicos que votan a terraplanistas y conspiranoicos crédulos, médicos que votan a antivacunas, pacifistas que votan a patriotas belicistas de banderita, inquilinos y desahuciados que votan a los dueños de los fondos buitre, jubilados y mayores que votan a los negadores de ayudas, enfermos que votan a los que privatizan la sanidad y la convierten en un negocio, excluidos sociales que lamen la bota que les oprime, trabajadores pobres que votan a partidos que proponen el darwinismo social… ¡Estamos locos! Vamos corriendo hacia el precipicio planetario gritando maricón el último, mientras enarbolamos pancartas absurdas y falsas que nos inyectan desde redes sociales y medios de comunicación trufados de algoritmos profascistas. No, esta sociedad no está en su sano juicio y la democracia que emana de ella es una falacia que empodera a monstruos como Trump.

Para los españoles esto no es nada nuevo. Tenemos una larga tradición de imbecilidad autodestructiva. Desde aquel Vivan las cadenas hasta el grito actual de Socialismo o libertad que dijera la ínclita marioneta de MAR. Sin duda, hay que ser imbécil para proclamar la bondad de la esclavitud, y más imbécil para asumir hoy que socialismo y libertad son conceptos contrapuestos. Pero ahí estamos…

Hay multitud de análisis que exploran las causas de esta involución, de esta vuelta a imbecilidad colectiva que supone el fascismo del siglo XXI. Comparativas que alertan de la similitud actual con el proceso del ascenso de Hitler al poder. Yo no sé, el uso de las emociones en el juego electoral nos lleva a crear un miedo ficticio hacia los extraños, apela a una identidad nacional falsamente amenazada. Apelar a las emociones genera una ira desproporcionada ante la necesidad de cambiar todo lo que funciona mal, o se crean falsas esperanzas con promesas que no se pueden cumplir… y de todo esto sacan provecho los más listos, que no suelen ser los que proponen progreso social generalizado, los que proponen un Estado de ayuda mutua, los que proponen caminos para disminuir la desigualdad. No, los que van sacando provecho del maremágnum emocional son los nuevos fascistas.

da campaña electoral (y parece que viviéramos en una eterna campaña electoral) me parece un experimento social en el que los votantes somos animales de laboratorio a los que inyectan emociones para adormecer nuestra racionalidad. Nos atosigan con eso que llaman realidad alternativa (bulos y mentiras) para apelar a las emociones como determinante del voto… parece que el acceso de los ciudadanos/votantes a las redes sociales y medios de comunicación, dirigidos ambos por intereses/algoritmos análogos, nos transforma en una masa fácilmente manipulable.

Aquella multitud amorfa de ciudadanos que describía Gustave Le Bon (Psicología de las masas, 1895) como irracionales cuando actúan colectivamente, sugestionables y alejadas de la reflexión lógica; esa masa que anula el pensamiento individual y proporciona a los individuos una sensación de poder gracias al anonimato… esa masa que antaño se reunía físicamente para escuchar al orador carismático, hoy se agrupa en torno a las RRSS y medios de comunicación digitales para escuchar hipnóticamente lo que necesitan esparcir los fascistas del siglo XXI… porque, no lo olvidemos, son los dueños del dinero, y las RRSS y esos medios de comunicación digitales están mayoritariamente en manos de estos sujetos.

No hay escapatoria: nos han robado la capacidad de encontrar la realidad a fuerza de generar mentiras y bulos indiscernibles de la verdad, y así es como acabamos mamando el pensamiento uniformado que generan los algoritmos con sesgo fascista… si la libertad consiste en decidir cuándo me tomo una cerveza —como decía la ínclita—, hemos fracasado como civilización. Lo dicho, esta sociedad no está en su sano juicio y la democracia que emana de ella es una falacia que empodera monstruos.

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