El turista siempre trata de camuflarse entre la gente de la ciudad que visita. Pero inevitablemente el turista tiene cara de turista. Hay algo, un no sé qué, que lo distingue del indígena, aunque él no lo crea.
En Cádiz, por desgracia, vamos quedando pocos aborígenes, y el turista es especie dominante que amenaza con devorarnos a todos: a la ciudad y a sus desvalidos habitantes. Como ya existe una sorda inquina contra el turismo invasor, aquí van unas cuantas sugerencias para que el visitante que nos visita pase desapercibido y evite miradas y comentarios de reproche.
La primera y más importante es no decir nunca "Cai". Eso te delata a la primera de cambio. Aquí nunca nadie dice Cai. Cuidado con eso.
Nada de hacerse el gracioso en el transporte público. Comprendo tu júbilo, estás en Cádiz y se dice que aquí hay mucho arte, pero es una ordinariez que no conduce a nada. Y cállate la boca con tu geolocalización: Trille no está en primera línea de playa.
Hablando de playa, es el sitio que tiene más riesgos para ti, siempre hay algo, quizá un detallito, que te compromete.
El calzado por ejemplo. El nativo usa siempre “chancla de deo” y no esas sandalias de evocación franciscana, pues se ve a la legua que su portador es de tierra adentro. También, ponerse a mariscar frenéticamente para obtener un camarón asustado y tres alevines de lapa. Desde aquí te lo digo: es antiecológico y está muy mal visto.
Cuando bajes a la playa con tus bártulos -a veces parece una mudanza- evita el balón. El peloteo te señala como turista. Aparte de ser una actividad molestísima. Otros juegan al tenis con semblante de Nadal y grandes pelotazos. Igual. Se ha visto a turistas jugar a la petanca. ¡Pero si el último gaditano que jugó a la petanca fue el Beato Diego!
Debes tener en cuenta que las camisetas de fútbol son muy traicioneras. Serán del equipo de tu pueblo, al que adoras, pero dan mucho cante. Sobre todo la del Atlético de Madrid, que es horrorosa y además hace gordo. Cómprate una del Cádiz CF, aunque sea antigua, de cuando jugaba Urruchurtu.
Lo mismo para las camisetas y gorritas con mensaje, "Copistería Fuencisla" o "Embutidos La Feliciana", deben ser descartadas por motivos obvios.
Quítate las pulseritas con advocaciones de las cofradías del pueblo: son muy chivatas. Igual que los tatuajes de vírgenes y cristos a tamaño natural por el cogote. Son todas igual de rancias (las de aquí también).
El turista fino, ese que cree que está en Niza o Malibú, es el peor. Vueltas y vueltas por el Paseo Marítimo chupando un helado o con un paquete de pipas, tras cenar en un bar pringoso boquerones depresivos y presunto cazón en adobo al Polonio 14, de la cadena "Grandes clavazos de ayer y hoy", auspiciada por Horeca. Eso te señala.
Hazme caso. Yo te lo digo por ayudar.
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