“Je suis Karl” (2021) solo es una distopía. La película germano-checa hace pensar. El interesante film, pese a sus excesos visuales y metraje desmesurado, se pregunta: ¿Qué pasará el día en el que los líderes de la ultraderecha sean hermosos, educados, alternativos, vistan ropa molona y entreguen un discurso tan ambiguo con un enfoque (falsamente) progresista?
La respuesta que ofrece el film es aterradora. Jóvenes atractivos que resplandecen en la pantalla seducen a otros jóvenes desprevenidos. Pero bajo el rollito moderniqui late el corazón negro del fascismo, de un europeismo supremacista y exclusivista, del fanatismo xenófobo y del nacionalismo que justifican las fronteras.
Ya no son cabezas rapadas buscando pendencia y oliendo a alcohol y agresividad. Aquí son jóvenes que hablan idiomas, cultos, inteligentes y que hasta caen bien. Sin embargo abogan por el regreso a los tiempos oscuros.
Nuestra ultraderecha local también pretende el regreso a los tiempos oscuros, pero sus líderes están atascados en el nacionalismo borriquero de Vox. Abascal con su pinta de gerente de club de alterne, Ortega Smith parece un cabo de la brigadilla y a Olona dan ganas de ponerla en lo alto del aparato de TV, como aquellas muñecas de Marín, tan raciales y celtibéricas. No son nada cool, carecen de glamour político. Y dan miedo.
Aún no se han desprendido del polvo del Valle de los Caídos, siguen colgados de los cuernos de la cabra de la Legión, fantasean con la Hispanidad y otras baratijas históricas de Isabel y Fernando el espíritu impera, y se emocionan con Pemán, mitad monje mitad soldado, y sus empalagosos versos de pacotilla.
Emplean conceptos facilones y cuñadiles, fáciles de digerir hasta por mentes poco edificadas: ahí la inteligencia no hace un buen papel.
Ahora mismo solo son el chulito del recreo al que apoyan los más tontos de la clase.
El día que sean capaces de disimular, será para echarse a temblar: la prepotencia, la intolerancia y la irracionalidad entrarán como Pedro por su casa.
Atentos. Hay que elegir: nuestro futuro en sus manos o su futuro en nuestras manos. Sí, atentos.
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