Gente desarmada, gente desalmada

Criticar el horror de Gaza no me hace antisemita, solo trata de poner en relieve el trato condescendiente y privilegiado que Occidente otorga a Israel

Pepe Pettenghi, columnista de lavozdelsur.es, recientemente fallecido.

Biólogo y profesor.

Imagen de la situación de Gaza tras los ataques de Israel.
Imagen de la situación de Gaza tras los ataques de Israel.

Estoy en contra de que Israel participe en Eurovisión. Y ello no me convierte en antisemita. Solo que Israel en el festival supone tolerar, permitir y colaborar en el drástico robo de tierras, la limpieza étnica y el brutal militarismo que sufre el pueblo palestino.

Seamos claros: Israel no es europea ni geográfica ni culturalmente. Hoy por hoy es un Estado reaccionario, aislado de la realidad de su entorno, que encuentra su expresión política en la ultraderecha y el fanatismo ortodoxo; es el sionismo de aquel Dios vengativo y sanguinario del Antiguo Testamento.

Criticar el horror de Gaza no me hace antisemita, solo trata de poner en relieve el trato condescendiente y privilegiado que Occidente otorga a Israel, un Estado ficticio sostenido solo por la voluntad de EEUU y sus aliados más obedientes. Como contrapartida, Israel ejerce de guardia de la porra en aquella codiciada zona y sus yacimientos petrolíferos.

Así es la única forma de entender que Israel participe en grandes eventos deportivos europeos y en Eurovisión, y no sus países limítrofes.

Por encima de todo hay un hecho incontestable: que Palestina fue ocupada, que sigue ocupada y que Occidente mira para otro lado cuando se habla del asunto. Dan fe de ello las innumerables resoluciones de la ONU, incumplidas por los sucesivos gobiernos israelíes.

Aludir al derecho del “pueblo elegido por Dios” para ocupar la “tierra prometida” es un argumento tan disparatado como endeble. No es más que un delirio racista que mezcla de forma interesada lo político con lo étnico.

Así se pueden justificar las matanzas (35.000) y los bombardeos de hospitales y escuelas, y también la precariedad alimentaria, la pérdida de la Educación, la dramática insuficiencia de los servicios sanitarios, la insalubridad y el inadecuado saneamiento, las más de 80.000 viviendas destruidas. ¿Así se protege la libertad del “pueblo elegido”?

Creo, por otra parte, que este inmoral sionismo envilece al pueblo judío, pues el judaísmo es internacionalista, se reafirma en la ayuda mutua y cree en tres principios inalienables: “No matarás, no robarás, no codiciarás”.

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