Federico Martín Bahamontes, primer ganador español del Tour allá por 1959, era un gran ciclista pero muy caprichoso, maniático e indisciplinado. Para tenerlo bajo control, el director del equipo le ponía al lado a un compañero, Julio San Emeterio, su sombra. Dormía en su habitación y estaba atento a cualquier contrariedad durante la carrera. Era el gregario perfecto, ejemplo de abnegación, siempre preparado para solucionar las espantás de su jefe.
Que Bahamontes remoloneaba y se iba a la cómoda cola del pelotón, allá que iba San Emeterio: “¿Otra vez aquí? Venga p’arriba, Fede”.
Se cuenta que una mañana el campeón se sentía cansado, no quería levantarse de la cama y amenazaba con retirarse de la carrera.
- Venga, Fede, por tu madre. Le decían los compañeros.
- ¡No!
- Hazlo por Fermina, tu mujer. Le rogaba el director del equipo.
- ¡Que no!
Hasta que San Emeterio tuvo una idea:
- ¡Por Franco, Fede, hazlo por Franco!
Y Bahamontes, con cara de pocos amigos, se levantó y se presentó en el control de salida de la etapa.
Ignoro si Franco obró el milagro de que Bahamontes ganara la etapa.
Esta anécdota -cierta o no- del paleodeporte español me ha venido tras ver atónito los fastos de la celebración de la Eurocopa de fútbol. Ha sacado lo mejor y lo peor de nuestra genética celtíbera.
Esos gritos en blanco y negro de “¡Gibraltar español!”, esas banderas con el pollo preconstitucional (o precocinado, no sé bien) en el estadio y el comportamiento de niñato fachoso de algún futbolista mostrando su lado más gañán, rememoran el deporte de aquella España Una, Grande y Cutre.
El “Yo soy español, español, español”, con música popular rusa, resulta sonrojante y suena a “Hay que separar la política del deporte, pero viva Franco”.
Yo soy español y me gusta que gane España, pero también soy español porque quiero la mejor sanidad pública para los españoles, soy español porque pretendo que la educación pública sea un modelo para los demás países, soy español porque lucho, en la medida de mis fuerzas, por una verdadera democracia, por la igualdad social y económica de los españoles, por un país donde no tengan cabida la xenofobia y el machismo…
Soy español y me moriré español, aunque aquí sigan existiendo rateros que roban a su país, pijos comisionistas con su banderita, hipócritas que ven solo con el ojo derecho, fanáticos, defraudadores e insolidarios, que dicen que son más españoles que yo.
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