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"No acabo de entender ni comparto en qué me beneficia como mujer llevar el escote más grande o la falda más corta, ni en qué me beneficia el derecho de depilarme o no"

El otro día hablando con unos amigos me preguntaron directamente, y tú ¿eres feminista?  Y yo dije: pues mira ahora mismo no lo tengo muy claro, no sé si lo soy o no lo soy. Y esa es la realidad no sé si soy feminista o no. Y es que no acabo de entender el nuevo feminismo, ese que dice que depilarse es un síntoma de sometimiento ante el hombre, ese que se basa en me visto como quiero. No acabo de entender ni comparto en qué me beneficia como mujer llevar el escote más grande o la falda más corta, ni en qué me beneficia el derecho de depilarme o no.

Muchas veces pienso, serán símbolos, pero ¿símbolos de qué? No acabo de comprenderlos, quizá es porque siempre he llevado el escote que me ha dado la gana, y la falda a la altura que mis curvas me han permitido. Quizá también sea porque nunca he sido de extremos, creo en la consigna de que nadie es más que nadie e incluso la llevo aplicada a esta guerra de sexos que no acabo de entender.

Y es que entiendo que mi lucha como mujer no debe ser superior a nadie, no quiero mayores derechos que nadie, ni que los hombres. Tampoco creo en leyes que pongan en consejos de administración a mujeres por cumplir la ley de paridad. Yo creo que las capacidades no entienden de sexos, que nadie es más que nadie por aquello que tiene entre las piernas y ni mucho menos creo que mis posibilidades en este mundo dependan de ello. No creo que existan trabajos para mujeres, ni trabajos específicos para hombres, creo que existen trabajos en que cada ser humano debe demostrar sin que su condición de sexo sea un impedimento, que es mejor que otros.

Pero ojo, tampoco vivo en un mundo paralelo, y sé perfectamente que esto no se cumple. Sé que las cosas no son tan fáciles como parecen y que vivimos en un mundo en que las mujeres tenemos que demostrar que estamos mucho más preparadas que los hombres para desarrollar un trabajo o para acceder a un puesto ejecutivo. Pero no entiendo en qué me va a ayudar la depilación o el escote en todo esto, y creo que por eso no entiendo algunas luchas.

También creo que así nos va, si nuestro puesto de trabajo depende de la ropa que llevemos, así nos va. Si tengo que ponerme un escote hasta el ombligo para acceder a un puesto sinceramente no lo quiero. Si van a medir el largo de mi falda para darme una posición más alta y un puesto de trabajo de mayor responsabilidad, tampoco lo quiero. Y si me lo van a dar por una ley que lo obliga tampoco. Quiero un puesto porque me lo merezco, porque soy mejor que otros, me da igual el sexo, no por tener una cara bonita, un escote llamativo o unas piernas bonitas. Y es que mis capacidades no se ven disminuidas por depilarme o por no llevar escote, no se ven mermadas por ir en chándal, por llevar vaqueros o incluso por desarrollarlas en pijama, tampoco creo que el largo de mis pelos en las piernas influyan en ello.

Así que creo que la pelea debe ir por otro lado. Creo incluso que estamos equivocando la lucha, que no luchamos por nuestros derechos, que no peleamos por ellos y que estamos equivocando la pelea. La pelea trata de oportunidades, de sueldos y de una igualdad que no existe. Creo que no existe quizá porque hay otros derechos que no se han equiparado en el sentido contrario. Y para muestra existe una pregunta que suelen hacerte en algunas entrevistas y que tiene que ver con que si has pensado tener hijos. ¿A algún hombre se le hace esta pregunta? Creo que no, y creo que esto se debe a que si una mujer es madre tiene una baja de mayor duración que el padre, y aunque la ley permite compartirla no se suele hacer y es ella la que durante esa baja se dedica a cuidar a su hijo, mientras el hombre en un mes vuelve al trabajo. La ausencia es menor en el caso de un hombre, y eso beneficia a las empresas. Y al final las empresas buscan un beneficio que a veces es incompatible con el día a día y con la vida de sus trabajadores.

Y es que deberíamos luchar por poder compaginar nuestras vidas con el trabajo, pero creo que esto es cosa de ambos sexos, no creo que ninguno de los dos se vea beneficiado por jornadas laborales interminables que no benefician en ningún momento tener una vida fuera del trabajo, da igual si tienes familia, hijos o un gato al que cuidar. Por eso creo que esto de conciliar es un derecho común que debemos igualar y por el que debemos luchar todos. Así que creo que la lucha debe ser por la igualdad, una lucha que nos lleve a tener los mismos derechos y obligaciones sin tener en cuenta nuestro sexo, nuestra situación familiar y cualquier elemento externo que desvíe la atención sobre si somos buenos o no en el trabajo que desempeñamos.

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