Errejón, la caída de un tiempo

Su tesis doctoral fue casi un manual de instrucciones del primer Podemos, ya que reflejó mucho de lo que aquel grupo proponía. Yolanda Díaz explica que no se va, sino que le echan tras una investigación interna

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Subdirector de lavozdelsur.es. Graduado en Derecho por la Universidad de Cádiz, licenciado en Periodismo y Máster en Comunicación Institucional y Política por la Universidad de Sevilla. Comencé mi trayectoria en cabeceras de Grupo Joly, con varios años de experiencia también en empresas de marketing.

Errejón, en un mitin de Sumar en Jerez, meses atrás.
Errejón, en un mitin de Sumar en Jerez, meses atrás. JUAN CARLOS TORO

Íñigo Errejón no estuvo el 15 de mayo de 2011 en las calles de Madrid. Ni en las de ninguna otra ciudad. Porque tres días después, el 18 de mayo, presentaba su tesis doctoral. De esas casualidades que parecen escritas. Cerraba una etapa y empezaba la más importante, pasar de la teoría a la práctica. Errejón era tan compañero de Pablo Iglesias como Pablo Iglesias lo era de él. No tenía coleta, no se había hecho famoso en las teles, pero intelectualmente, de aquel grupo inicial, era casi tan respetado como el propio Juan Carlos Monedero, profesor de ambos dirigentes. 

En aquella tesis doctoral, se analizaba el proceso político vivido en Bolivia, un país de mayoría no blanca que siempre tenía dirigentes blancos, hasta la llegada de Evo Morales. El documento entroncaba sobre todo en dos autores: Antonio Gramsci y Ernesto Laclau. El primero, el intelectual comunista italiano que escribió tanto desde la prisión; el segundo, el gran investigador del peronismo. 

Como si de un manual se tratase, el primer Podemos trató de aplicar mucho de lo que se leía en la tesis de Errejón. La idea puede resumirse, más o menos. Partimos de que hay una mayoría social descontenta, pero que tiene demandas diversas, a veces incompatibles. Pues bien, a base del 'nosotros' contra 'ellos', contra la élite y la minoría que sustenta el poder, pueden fraguarse hegemonías si se canalizan a través de un liderazgo populista. Una palabra proscrita pero que en este universo significa simplemente 'que atiende las demandas del pueblo', sin la carga negativa que a menudo lleva. También, en la necesidad de crear una sociedad civil autónoma, una especie de 'soviets' que se sientan capaces de tomar el poder. Y la batalla está, entre muchos ámbitos, en resignificar. Si la palabra izquierda significa algo, ese movimiento de demandas dispares puede amarrarse en una nueva mayoría homogeneizada si redefine palabras como 'libertad', 'democracia' o 'izquierda'.

Desde aquí se puede entender por qué Podemos centró su primera propaganda en el personalismo, en Pablo Iglesias; en el empleo de la palabra 'casta'; en la organización de Podemos en 'círculos', en el intento de convencer de que Podemos no era de izquierdas ni de derechas; o en un intento que nunca llegó a fraguar por redefinir la palabra 'patria'. Hubo un Podemos que decía ser más patriota que cualquier otro.

Errejón, hasta entonces, venía de una especie de anarquismo, casi punky, pero ya en el 15M tenía visiones de cambio más posibles, de política real. Errejón fue contrario a coaligarse con Izquierda Unida. El declive de la formación morada llegó, numéricamente, cuando se repitieron elecciones pero Podemos pasó a la papeleta como Unidas Podemos. Luego, intentó hacer sombra a Pablo Iglesias y presentó una candidatura alternativa para desplazarle, y no salió bien, porque Pablo Iglesias lideró Podemos el tiempo que él quiso. Por más que ambos intentaron convencer al mundo de que sus disputas eran únicamente políticas y no personales, no convencieron a nadie. Errejón acabó independizándose bajo el amparo de Más Madrid, que había llevado a Manuela Carmena a la Alcaldía de la capital. En la Comunidad, llegó a cumplir en parte eso de lo que siempre habló Podemos, el sorpasso, lograr superar al PSOE. 

En ese tiempo, Más Madrid fue aspirando a políticas urbanitas, a poner sobre la mesa problemas de jóvenes universitarios. Es decir, con un discurso que reflejaba a una parte de la población, de sus preocupaciones, pero no de todos. Más País nunca logró ser relevante fuera de la capital y finalmente acabaría dotando de cierta estructura de líderes por el país -algunos exaltos cargos de Podemos desencantados con el pablismo- a Sumar. Paradójicamente, Más País encontró refugio en la marca donde hoy está cómoda IU pero de la que se salió Podemos, por resultar, decían, poco incómodo al PSOE. 

Errejón, cuentan, pudo ser ministro este 2023, pero lo rechazó. Mónica García ocupó la cartera de Sanidad dentro del cupo que correspondía a Más País-Más Madrid. Ahora, sin Errejón, su formación podría quedar definitivamente integrada en la idea de Sumar. Por las cercanías ideológicas con Yolanda Díaz, que abandonó Izquierda Unida. Aunque, sin Errejón, parece complicado predecir qué ocurrirá.

De Errejón también ha trascendido alguna vez que cuando viajaba a algún acto del partido -el que fuera en ese momento-, lo hacía rodeado de personas de su total confianza, de una tropa, fruto de cierta fragilidad personal, de necesitar de emprender viajes acompañado. Nada que ver con lo que ha empezado a conocerse, y que él no desmiente. Nadie le ha mostrado apoyo. Es un tema delicado, claro. Pero Yolanda Díaz, a la que esto pillaba en una Conferencia en Colombia, ha escrito el epitafio político: "Esta semana, Sumar ha iniciado un proceso para recabar información sobre los testimonios surgidos en redes sobre Iñigo Errejón. Como resultado del proceso, hoy deja todos sus cargos. Nuestro compromiso contra el machismo y por una sociedad feminista es firme y sin excepciones".

Porque detrás del político, parece, había una mala persona que ni siquiera aparentaría serlo, no más o menos que cualquier conocido del entorno de cualquiera.  "Un monstruo", "un verdadero psicópata", "un maltratador psicológico", "cree que es Dios". Muchos dirigentes pueden correr para borrar fotos con él en sus redes. Para este lunes, estaba anunciada su presencia en Sevilla, en la inauguración de la nueva sede de Sumar. Una 'gripe', dijeron, le impidión estar.

De aquel grupo que inició Podemos para las europeas de 2015 apenas queda nadie en actividad. Iglesias tiene un pódcast, Monedero se marchó, Miguel Urbán dejó de ser eurodiputado, Carolina Bescansa perdió todos los pulsos, Teresa Rodríguez se marchó de nuevo a dar clases, como Tania González, Luis Alegre fue destituido, Rafa Mayoral pasó de la segunda a la tercera línea... Del primer grupo de poder, desde este jueves no queda nadie en activo. Al final, ni con unas siglas ni con otras, no se pudo

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