Hay quien piensa el cristianismo es una religión profunda, irremediablemente patriarcal. ¿Acaso Eva, la primera mujer, no aparece como el origen del pecado? Calma. Vayamos por partes, como diría Jack el Destripador.
En el libro del Génesis no hay un relato de la Creación, sino dos. En el primero se dice que Dios creó al hombre a su imagen y semejanza, macho y hembra. Así, el autor da a entender que ningún sexo tiene prioridad sobre el otro. A los dos se les encarga que procreen, se multipliquen y dominen la tierra.
Hasta aquí, ningún problema. Las cosas empiezan a complicarse con la segunda versión, la de Adán y Eva, pero existe una corriente de teología feminista que ofrece una interpretación sugerente. Apunta, entre otros argumentos, que Eva nace del costado de Adán. No de la cabeza (sería entonces superior), ni de sus pies (lo que equivaldría una situación de inferioridad). Además, cuando se encuentran frente a frente, Adán dice de su mujer que es "carne de su carne". Que utilice una expresión de tanta intimidad nos hace pensar en una relación entre iguales. Nadie habla así de un ser que está por debajo,
Se ha hablado también sobre la supuesta actitud condenatoria de los textos sagrados hacia el sexo. Habría que explicar, sin embargo, la presencia en la Biblia del Cantar de los Cantares, un bellísimo poema erótico con frases deliciosas del tipo "Es mi amado para mí bolsita de mirra, que descansa entre mis pechos". Respecto a la homosexualidad, pensemos en David y Jonatán. Ambos encontraban su relación más gratificante "que el amor de las mujeres". Que cada cual lo interprete como quiera.
Pasemos ahora al Nuevo Testamento. A la Virgen María se la ha visto en muchas ocasiones como prototipo de la mujer sumisa. En realidad, fue todo lo contrario. Para empezar, el hecho de que sea madre soltera es, como mínimo, poco convencional. Recordemos que, antes de casarse con José, su prometido, queda embarazada de otro hombre. De ahí nacerá Jesús. Más tarde, ya dentro del matrimonio, tendría varios hijos e hijas. En el sentido literal, no en el de parientes que les atribuye la Iglesia.
Encontramos otro detalle significativo que nos permite intuir a una mujer enérgica, para nada pasiva. En el Magnificat, la madre de Jesús alaba a un Dios que "derriba de sus sitiales a los poderosos y exalta a los humildes, llena de bienes a los hambrientos y a los ricos los despide con las manos vacías". Sin duda, la sencilla palestina de hace veinte siglos se expresaba como toda una revolucionaria. Tal vez, de haberlo conocido, hasta hubiera hecho buenas migas con Marx. Carlos, no Groucho.
En la actualidad, la Iglesia católica justifica la exclusión del sacerdocio de las mujeres argumentando que entre los doce apóstoles no figuraba ninguna mujer. La verdad es que había varias entre los seguidores de Jesús, por ejemplo María Magdalena. Sobre ella se ha escrito mucho. Para unos vendría a ser una prostituta arrepentida; otros, en cambio, la ven como una de las mujeres que le acompañaba y que contribuía a sufragar sus necesidades materiales con sus propios bienes.
Todo parece indicar que entre los primeros cristianos no existían los prejuicios machistas que vinieron después. De lo contrario, no podríamos explicar que sean mujeres las primeras en ver a Jesús cuando resucita. Ellas creen en él mientras los discípulos todavía dudan.
Como todas las religiones, el cristianismo es susceptible de interpretaciones abiertas o cerradas. Los que escribieron la Biblia, el Corán o el Talmud no dejaron de ser hombres de su tiempo. Por tanto, acostumbraban a expresar su fe de acuerdo con una cultura muy distinta a la nuestra. Saber esto debe ser suficiente para disuadirnos de cualquier lectura en sentido literal y fuera de contexto, como hacen los fundamentalistas.
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