La automedicación hace referencia a la toma de medicamentos por iniciativa propia sin previo reconocimiento médico, ni en el diagnóstico de la enfermedad, ni en la prescripción o seguimiento del tratamiento.
No obstante, la automedicación responsable puede ser conveniente si se utiliza para tratar síntomas menores como el dolor, la fiebre, la acidez de estómago, el resfriado, etc. durante un tiempo limitado. Un paciente bien informado y formado podrá realizar una automedicación responsable. En este sentido, existen medicamentos que no necesitan receta médica y se pueden adquirir en la farmacia.
Automedicarse es una práctica tan común como peligrosa. Según la última Encuesta Europea de Salud en España, el 15,58% de la población toma medicamentos sin prescripción: uno de cada siete de los 47 millones de españoles a veces toma decisiones sobre su salud ligada a los fármacos que toma.
Mezclar medicinas, usar las pastillas que sobraron tras un tratamiento con antibióticos recetado o abusar de antiinflamatorios que no requieren dicha receta, puede ser muy peligroso. Entre los motivos que llevan a los españoles a automedicarse, el principal es creer saber lo que le va a recetar su médico, opinan los expertos. Algunos pacientes dicen varios profesionales que van a la consulta pidiendo un medicamento concreto porque se lo ha dicho alguien o lo han visto en las redes.
El autocuidado es dotar a los ciudadanos de herramientas para que puedan tomar decisiones respecto a su salud, pero respetando siempre la guía de los profesionales y conociendo los riesgos de no seguir sus recomendaciones. Los medicamentos sin receta más consumidos son los complejos vitamínicos (32,84%), los usados para tratar el catarro y los síntomas de la gripe (26,67%), las medicinas para el dolor (22,83%) y los tranquilizantes o las pastillas para dormir (2,90%), apunta la Encuesta Europea de Salud en España de 2020.
Los mayores de 65 años son el colectivo que menos recurre a la automedicación (12,42%), mientras que los españoles de entre 45 y 64 años ocupan el segundo puesto con un 16,12%. En primer lugar, recoge el informe europeo, se encuentran las personas de entre 15 y 44 años: el 16,78% se automedica. De hecho, y aunque quizás los mayores van más a la farmacia, los jóvenes compran por internet productos farmacéuticos que no están controlados y que son mucho más peligrosos.
De todas formas, deben utilizarse con precaución, ya que el hecho de que se dispensen sin receta no significa que no puedan resultar perjudiciales. Antes de hacer uso de ellos es importante que el farmacéutico nos indique como debemos utilizarlos correctamente para evitar reacciones no deseadas.
Por otra parte, el uso de medicamentos que requieren receta médica para su dispensación es una práctica totalmente desaconsejada, ya que puede comportar un grave riesgo para la salud.
Las consecuencias más importantes de una automedicación irresponsable pueden ser:
- Aparición de toxicidad: efectos secundarios, reacciones adversas y, en algún caso, intoxicación.
- Falta de efectividad, porque se hace uso de ellos en situaciones que no son necesarios.
- Dependencia o adicción a los medicamentos.
- Enmascaramiento de procesos clínicos graves y consecuentemente retraso en el diagnóstico y tratamiento de la patología.
- Interacciones con otros medicamentos, plantas o alimentos que la persona esté tomando. Puede haber una potenciación o disminución del efecto del medicamento.
- Resistencias a los antibióticos. Un uso excesivo de antibióticos puede hacer que los microorganismos desarrollen mecanismos de resistencia y dejen de ser eliminados por estos antibióticos.
¿Cómo podemos evitar los riesgos asociados?
1. Uso responsable
• No tomar ningún medicamento que necesite receta, sin que haya sido prescrito por el médico. Es el médico el que debe diagnosticar la enfermedad e indicar al paciente el tratamiento que considere más indicado. Colaborando, así, con el hecho de que el paciente tome consciencia de los perjuicios para la salud que puede ocasionar la toma de medicamentos sin supervisión médica.
• En el caso de los medicamentos publicitarios pedir siempre consejo al farmacéutico.
• El tiempo de uso de los medicamentos que no requieren receta debe ser razonable. Si los síntomas continúan o el estado empeora hay que dirigirse al centro sanitario.
• Informar al médico de todos los medicamentos que se toman o se han tomado, sobre todo si han sido prescritos por otro profesional (también plantas medicinales, complementos alimentosos, homeopatía, etc.).
• Evitar el consumo de alcohol cuando se están tomando medicamentos.
2. No se recomienda en algunos grupos de población
• En caso de embarazo, lactancia materna, presencia de enfermedades crónicas o bien si se trata de niños, es necesario consultar siempre al médico antes de tomar ningún medicamento, aunque sea una presentación publicitaria.
3. Los medicamentos, solo en la farmacia
• Sólo se pueden vender por internet medicamentos de uso humano no sujetos a prescripción médica, a través de sitios web de oficinas de farmacia legalmente autorizadas.
• La venta tiene que ser realizada con la intervención de un farmacéutico o farmacéutica, desde su oficina de farmacia, con el asesoramiento previo personalizado.
• Con la finalidad de verificar su autenticidad, la farmacia debe estar identificada con un logotipo común, visible en su página web.
El autocuidado, explican, consiste en que el paciente tenga la información suficiente como para hacer pequeñas decisiones de la mano de médicos o farmacéuticos. Por ejemplo, tomar un ibuprofeno por un dolor de cabeza puntual no tendría nada de malo si se conoce el riesgo de su abuso, sus contraindicaciones, la dosis adecuada y la duración máxima del tratamiento.
El paciente es capaz de tomar ciertas decisiones, pero tiene que estar mentalizado, formado e informado. Hay que asumir responsabilidad sobre el propio tratamiento. Si se tienen patologías previas como enfermedades crónicas o se está embarazada, además, es imprescindible consultar al médico antes de usar cualquier medicamento. Y, por su puesto, conservar los prospectos y leerlos antes del uso es algo que tampoco puede dejarse atrás. No podemos tratar a los pacientes como niños, pero sí deben estar informados: hay que asumir responsabilidad sobre el propio tratamiento.