Ir al contenido
Una de las rutas del proyecto 'Pedaleando por ti'.
Una de las rutas del proyecto 'Pedaleando por ti'.

Carolina Velasco es psicopedagoga, pedagoga terapéutica, es maestra, que es como quiere que la llamen. Ella es viajetea con Carolina, es co-creadora del proyecto Pedaleando por Ti y es muchas cosas más, porque la realidad es que Carolina hace de todo y mucho con niños con TEA.

“Llevo 25 años dedicada en cuerpo y en alma, porque es verdad que no sabría separar dónde está lo profesional y dónde lo personal. Y es verdad que llevo toda mi trayectoria en contacto directo con muchas experiencias, con muchas familias y con mucho alumno y alumna que me han ido marcando el proceso”.

Y le pregunto: ¿Qué marcan estos niños y niñas con los que has estado? “Yo siempre digo que cuando una persona autista llega a tu vida y toca tu corazón, ya quedas totalmente tocado de por vida. Y es verdad que a mí me resultó fascinante el reto tan grandísimo que hay con este perfil de persona neurodivergente en la que hay un perfil muy diferente de niños no verbales, niños verbales, niños con mucho rigidez. Y siempre he pensado que con la educación especial o la pedagogía terapéutica, realmente podemos ayudar a acompañar y hacer muchos proyectos que puedan sumar esa calidad de vida tanto a las familias como a los propios niños en concreto”.

Sigo preguntando alrededor de las muchísimas actividades que ha hecho con niños y niñas TEA, ya que has ido a la sierra, de excursión, te los has llevado al mar, te lo has llevado a todos los sitios. ¿Por qué esta diversidad? ¿Por qué tantas actividades? Hablabas de la importancia de que cuando llegan, te llenan. Pero ¿cómo es ese proceso de llenado y por qué en tantos sitios has buscado la manera de que te llenen?

“Al final, es también un compromiso social, es un compromiso de aportar a esa inclusión. Es verdad que, en muchos contextos, las personas que son neurodivergentes, las personas que, entre comillas, son “diferentes”, a veces la gente se queda bloqueada, no sabe cómo responder, no sabe cómo reaccionar. Y estoy totalmente convencida que el primer paso para la inclusión es ofertar todas esas actividades, adaptar todas esas actividades y hacerlos partícipes. Yo creo que no hay actividad que no pueda hacer una persona, porque, al final, son personas que tienen unas características, tienen una forma de aprender muy concreta. Si nosotros somos capaces de adaptarnos a ese entorno, de darles los apoyos, la ayuda y todo lo que ellos necesitan, lo pueden realizar, sea un senderismo adaptado, sea una vía ferrata, sea subirse en una lancha motora, esquiar en sierra anivada o montar en bicicleta. Creo que la importancia no es en sí el proyecto que tú tengas delante con la persona, sino que creas en las posibilidades, creas en las capacidades. Yo intento mostrarlo, lo primero a la familia, como forma también de aprovechar un ocio que quizás nunca se habían planteado. Por eso digo que marca esa inquietud, esas ganas de poder ayudar, de poder normalizar y de poder hacer una sociedad menos segregadora y mucho más equitativa.

Es decir, ¿por qué no? ¿Por qué no puede esquiar un niño autista? ¿Por qué no puede escalar? ¿Por qué no puede hacer cosas como cualquier niño al final? Son personas que están en sociedad y somos nosotros los que tenemos que responder a las necesidades que ellos tienen y no otras. No son ellos los que se tienen que adaptar a nuestro mundo o a nuestra forma de percibir el entorno”.

Le digo que se me ocurren muchas preguntas, pero ¿cómo nació esta inquietud? ¿Por qué? ¿Por qué está manera de trabajar? ¿Por qué trabajar en todos estos ámbitos que has contado? “Yo no tenía ningún contacto directo, ni con el mundo del autismo, ni con el mundo de la educación especial, ni nadie en las familias.

El primer año que estuve trabajando de maestra coincidí con un alumno que se llamaba Joaquín, que ya será una persona adulta y que me marcó mucho. Este niño era autista y a mí me marcó esa forma de hablar, esa forma de aprender, esa forma de relacionarse con el mundo y eso generó en mí como unas ganas de querer formarme para poder dar una mejor respuesta a este alumnado. Luego mezclé ese aprendizaje, con que soy amante de la montaña, de las actividades deportivas, de todo lo que tenga que ver con el ocio y el tiempo libre en la naturaleza e intenté mezclarlo todo. Y así surgió, por ejemplo, pedaleando por ti. Pedaleando por ti es un proyecto de concienciación y de sensibilización que empecé hace ya muchos años con la asociación Mírame de Granada y el objetivo básico era dar un toquecito de atención a la sociedad de que estamos aquí, de que somos capaces de poder hacerlo, para que pudieran hacer rutas en bicicleta de cicluturismo de 20 y 30 kilómetros y hacer recorridos desde Granada hasta Jaén o hasta Córdoba. A mí me parece una proeza que es digna de demostrar al mundo y decir tengo autismo, ¿qué pasa? No pasa nada. Que tienes que pararte, que tienes que hacerlo más despacio, que tienes que preparar esa actividad. Sí, pero que la pueden hacer.”.

Le digo ¿Cómo reaccionan las familias? Yo creo que a veces las familias no son ni de las posibilidades que tienen sus hijos, ¿no? “Es algo que hablo mucho con ellos, porque ahora que llevo cuatro años trabajando en el Colegio Sierra Nevada, tengo la suerte de acompañar a las familias durante muchos años en el proceso de escolarización. Y recuerdo con muchísimo cariño ese primer tutorial, donde yo decía, «Lo voy a llevar a la piscina, lo voy a llevar a los caballos, lo voy a llevar a la tienda, a comprar al supermercado, a una cafetería». Recuerdo que los padres me miraban como incrédulos “Venga ya, pero si mi hijo no es capaz de esperar, mi hijo no es capaz de tener un momento de tranquilidad” y yo les decía “esto lo vamos a trabajar y lo vamos a conseguir”.

Y así fue. Tenemos que tener claro que el perfil de familia que tenemos delante son familias que tienen ciertas dificultades o ciertos bloqueos por el propio diagnóstico de su hijo y que no es fácil construir a partir de ahí. Pero ellos se empoderan y son capaces de aprender que a su hijo, los límites, se los ponemos nosotros. No los tienen ellos. Es verdad que todo es un proceso mucho más insistente, pues tiene que utilizar ayudas visuales, tiene que anticipar, tiene que hacer secuencias muy claras y muy determinantes de la actividad, pero toda actividad es sucesible de que este alumnado nuestro pueda participar. Entonces, yo creo que las familias se llevan una alegría de decir, oye, pues no pensé nunca que pudiera hacerlo y recojes muchas anécdotas preciosas de las familias y muchos testimonios que te siguen ayudando, te siguen mostrando que este es el camino. Al final es una intervención centrada en la persona, donde vamos buscando lo mejor para cada pequeño, para cada niño, para cada niña y, por supuesto, para cada familia”.

Y sigo indagando ¿cómo lo reciben tus compañeros? Es decir, tú trabajas en un cole, haces formación en el centro de profesorado. ¿Cómo es la relación de los niños con TEA, con el profesor o la profesora? ¿Has notado cambios a partir de tus intervenciones? “Es una pregunta muy compleja y delicada, porque es verdad que en la vida hay profesionales, hay compañeros que te van a apoyar más y otros compañeros que miran y dicen ya está Carolina todo el día saliendo a la calle, que está haciendo millones de proyectos, que está haciendo millones de cosas. Lo que sí que es verdad que cuando hablamos de un centro inclusivo, al final contagia, todo esto se contagia cuando tú tienes ilusión, tienes motivación y propones actividades y juegos de inclusión a la inversa, al final contagia al profesorado, al alumnado, a la familia, al final contagia esa motivación por aprender. No queremos que nuestra clase sea una clase cerrada de cuatro paredes y que estemos como los raros del colegio.

En ese sentido, sí que tengo que decir que aquí en el colegio en el Sierra Nevada hay una cultura inclusiva abrumadora, hay un respeto muy grande y hay un acompañamiento. Nos hacen partícipes de todas las actividades y nosotros también hacemos actividades donde vienen y experimentan con nosotros las actividades propias del aula. Creo que es un poco un dar y recibir, que al final a todos nos hace mejores personas y a todos nos hace respetar esa diferencia, porque en definitiva todos somos diferentes y lo único que hay es que respetar esa diferencia y que nadie se asuste si hay un alumno en el patio aleteando, dando vueltas o gritando en un momento determinado y haya estrategias de conocimiento, haya formación tanto del profesorado como del alumnado y que al final sea un proceso de equidad y un proceso en el que todo lo que reciba todo alumno importe y que todo alumno importe por igual”.

¿Y en todos estos años has visto mucha estima alrededor de los niños con TEA? “De hecho son carne de cañón para el tema del acoso, del bullying, pues porque muchas veces son reacciones ante lo desconocido, hay muchísimos mitos alrededor del autismo de que están en su mundo, no miran, no se relacionan, no tienen intereses, no aprenden, todo eso es falso, es decir, está claro que tienen una forma diferente de aprender, está claro que somos nosotros los que tenemos que adaptarnos a nivel sensorial, a nivel de lectura fácil, de hacer los entornos accesibles, muchas veces cuando tú eres capaz de estructurar y de organizar el entorno, ellos van a participar muchísimo mejor, van a comprender mejor la norma, van a comprender mejor qué tienen que hacer, cuándo lo tienen que hacer y cuánto tiempo dura, entonces al final romper todas esas barreras, romper todos esos mitos, es un reto fascinante y creo que es la esencia de un cole inclusivo, de un cole que realmente está tratando de trabajar en esta línea”.

Sigue explicando: “Un dia en el cole inclusivo es un día con mucho caos, con muchísimas actividades, con muchos proyectos educativos. Nosotros solemos empezar la jornada del lunes a viernes con un horario súper diferente y súper variado con un primer momento en la franja en la mañana que hacemos una asamblea donde ubicamos a los niños sobre lo qué vamos a hacer, qué actividades hacemos; y por ejemplo los lunes vamos a la piscina, los martes tienen inclusión en el aula de que nuestro alumnado lo preparamos para que puedan compartir las distintas áreas curriculares con el resto de compañeros tanto matés como lengua, educación física, plástica, música, de manera que, en periodos cortos de tiempo y preparando previamente toda la actividad que van a realizar, es para ellos de estar en una aula ordinaria.

Luego tenemos proyectos como equinoterapia, cine adaptado, donde una vez al mes llevamos a los peques a una sala de cine para que aprendan a estar con la luz apagada, a estar en silencio, para regularse. Tenemos proyectos como yoga, multi deporte, terapia ocupacional, que es una de las prácticas más maravillosas y que estamos descubriendo y tenemos en el cole una sala sensorial que la utilizamos para hacer actividades de inclusión a la inversa. Un pequeño grupito de niños del aula ordinaria vienen a hacer actividades con nosotros y, al final, el juego es el motor que une tanto a los niños con TEA como a los niños ordinarios del cole. Esas sesiones duran unos 45 o 50 minutos y hay unas 4 o 5 actividades donde por grupitos de 6 o 7 niños van rotando y va pasando la mayoría del alumnado del colegio”.

Y sigue diciendo Carolina: “Es verdad que un día en el aula TEA es muy dispar, porque lo mismo estamos montando a caballo, queriendo comprar, jugando en el patio e intentando sacar el máximo provecho de cualquier situación educativa, sea un patio inclusivo, sea la hora del comedor, un taller de música e intentamos siempre preparar al alumnado, dotar al alumnado de habilidades para que puedan desarrollar todo ese aprendizaje en su grupo de referencia, que al final es el colegio, para que ellos también se sientan parte del colegio.

Es verdad que a veces no es fácil, es verdad que a veces hay muchas especulaciones, es verdad que a veces hay bloqueos y hay días que son complicados, pero esos días también te enseñan a seguir tirando para adelante, a que esto es un reto a largo plazo. Es verdad que el tema de la inclusión es un proceso, es una clase interminable, porque al final es una conciencia social lo que estás ahí trabajando y que esté empapando en todo el alumnado, en todo el profesorado y en definitiva en toda la comunidad educativa, que al final, eso es lo bonito. O sea, que lo mismo te pregunta por ese niño o esa niña, la conserje, que la limpiadora, que el cocinero que se acerca y pregunta cómo han comido hoy, si les ha gustado o no le ha gustado, al final eso es inclusión, es respeto y al final creo que es un cole que acoge a todos con sus dificultades, con sus capacidades, con sus necesidades, pero a cada uno pues con lo que necesita. Y de alguna forma trabajando con niños con TEA, igual que con otros, pero seguro que afloran un conjunto de emociones diversas, dispares y con mucha fuerza seguramente.

Y además ese sentimiento y esa huella emocional, yo creo que es bidireccional, es decir, los niños, muchas veces cuando vienen a la sala sensorial, manifiestan, quiero volver, me lo he pasado fenomenal, ha sido una experiencia maravillosa, pero es que también el profesorado cuando lo vive de cerca dice que es una experiencia que merece la pena conocer, merece la pena empaparse de esas situaciones en las que estás trabajando a lo mejor, yo que sé, la fiesta de Halloween o están trabajando el día de la amistad y los ves allí participar con los demás; nos tienen en cuenta.

Yo cada vez que hay un profesor que abre su clase y dice, ven cuando quieras, vamos a hacer un cuenta cuentos, son profesores que realmente te marcan, te emocionan y te hacen creer en la diversidad y también creer en la inclusión de las personas. Porque yo puedo ser y siempre soy muy, muy optimista y siempre digo esto se puede conseguir, creo que aquí no hay límites y vamos a luchar para que esto sea posible, pero no podría ser sino contase con una comunidad educativa como la que hay aquí detrás, que respeta, que entiende, que apoya y que sobre todo acoge que yo creo que eso es básico. Y las familias en ese proceso de acogimiento es muy bueno que vayan por la calle y haya niños que les dicen hasta luego, es que soy compañero de él y eso las familias lo valoran muchísimo, porque es verdad que el hecho de que te inviten a una fiesta de cumpleaños, a situaciones en los que socialmente estos niños están más al margen, al final son cambios que se están viendo y se están evidenciando. Es decir que una familia pueda hacer un sendero con niños de la clase y que digan nunca pensé que mi hijo fuera capaz de hacer una ruta de senderismo sin desregularse, sin decir en ningún momento estoy cansado, ni que me quiero parar y que vayan con el resto como uno más, es la perspectiva que yo quiero con todos los proyectos que llevo a cabo, que quiero marcar.

Todos son capaces, con mayor o menor ayuda, todos son capaces. A veces tendremos que utilizar un sistema de comunicación alternativa o usar un comunicador, una tablet, ayudas visuales o llaveros de conducta, para que ellos las interiorizen, las comprendan, porque al final todo es accesible si nosotros lo hacemos accesible”.

Termina contándonos: “A mí siempre me emociona mucho hablar, porque son 25 años trabajando en el contexto de una aula específica y en el contexto del autismo y ver cómo van cambiando. Muchas veces la sociedad tiene que cambiar ese punto de crítica o ese punto de comprender. Y creo que el trabajo es desde la escuela, desde el entorno y no limitar ninguna actividad en ningún momento al alumnado TEA”.

Y le comento ya para finalizar que seguro que hay cosas que han hecho estos niños y niñas que te han marcado, que estoy convencido que hay cosas que las recuerdas con en el alma: “A mí me han marcado muchísimo y después de tanto años en una aula específica, donde la gente me dice que eso cansa y quema mucho. Yo puedo contarte una anécdota personal. Mis alumnos vinieron a mi boda y fue la boda más bonita del mundo, la boda más accesible del mundo. Contaron un cuento y para mí ver a las familias emocionadas, porque en muchas de las ocasiones era la primera vez que los invitaban a un evento social, ver que sus hijos tenían un papel súper importante en la boda de su seño, que contaron un cuento maravilloso que a mí me emocionó y que a todos los asistentes a la boda, emocionaron. Yo creo que fue un momento muy bonito, muy emotivo y que a mí de por vida me unió no solo a esos niños, sino a todos los niños. Luego, el tema de Pedaleando por Ti, para mí ha sido un proyecto que me ha conectado con muchísima gente a nivel nacional.

Se conoce el proyecto en muchísimo rincones. Tengo familias en Oviedo, en Madrid, en Barcelona, que se quisieron sumar a esa marea azul, a ese Pedaleando por Ti y que a mí me fascina y me fascina sentirlas como parte de mi familia, como parte de todas esas cosas bonitas que trae el trabajar y el apostar por estos niños, por sus familias. Muchos niños han pasado por mis manos, pero al final la ilusión sigue siendo la misma. Yo creo que ese ingrediente cuando falte será cuando dejemos el colegio y cuando dejemos de trabajar. Yo creo que todavía hay muchas cosas que se pueden hacer y no sabría separar lo personal de lo profesional, porque me marcaron de por vida y todo lo que sé, todas las charlas que doy, los cursos que doy en distintos ámbitos en la universidad, en el centro de profesores, lo imparto no porque sea Carolina, sino porque a Carolina, todos y cada uno de sus alumnos le ha marcado, le ha enseñado y soy lo que soy gracias a ellos, o sea que les debo a ellos y a las familias por confiar en esa forma de trabajar, por confiar en ese querer romper moldes, que la educación no solo sea sentarse en una mesa, hacer fichas o rellenar libros o hacer cosas repetitivas, sino que estén llenas de momentos que les marcan a ellos como persona, que les generan recuerdos y que sobre todo esos niños y niñas no solo estén presentes en la escuela, sino que participen y que además aprendan. Es un orgullo y una satisfacción brutal cuando un niño que no comunica a nivel verbal, empieza a hablar o que un niño empieza a utilizar un sistema de comunicación alternativo y te está pidiendo ir al patio, es que eso es asombroso”.

O sea que te sientes tan reconfortada y te sientes tan maravillada que cualquier pequeño pasito merece la pena, le digo. Qué emoción lo que has contado de la boda y cómo lo cuentas!, porque la realidad es que son 25 años. Es como si fuera ayer que empezaste porque lo vives con una pasión, con unas ganas, con una fuerza que realmente me impresiona positivamente porque es un lujo estar cerca de ti, con esas ganas y esa fuerza que que transmites, por tus palabras de verdad. Y me dice Carolina: “Creo que cuando uno ama su trabajo, pelea, lucha y da lo mejor de si. No sé si haré mucho o poco, pero siempre quiero dar lo mejor de mí y pensar en ello y seguir avanzando y aportando a las familias que para mí es un trabajo muy importante”.

Para terminar le pregunto qué le gustaría que sus hijas pequeños aprendieran del trabajo que su madre hace con con estos niños TEA. Y dice: “Tengo que decir que hasta eso me emociona muchísimo. Mis mellizos están acostumbrados a estar con ellos desde pequeñitos y jamás han visto extraño ni se han extrañado porque hemos hecho muchas actividades juntos, hemos escalado juntos, hemos ido de ruta de senderismo, hemos ido en la bici juntos y ellos se acercan a diario a las gemelas, les dan sus besos, le dicen “te quiero mucho”. Ese sentimiento de protección, ese sentimiento de respeto está ahí y las buscan en el patio para jugar; eso es que es brutal. O sea, yo que tengo la suerte de que mis hijos están en el cole conmigo, lo veo en directo, lo veo a diario y esa empatía que tienen hacia el mundo del autismo, a mí me desborda y me encanta. Y creo que ahí es donde realmente veo que no solo empapa a mi hijo, porque tienen una madre que es muy peleona con el tema del autismo, sino que empapa a muchos niños, que ya no es el niño raro, sino que los conocen, los llaman por su nombre, quieren jugar con ellos y, evidentemente esto es como todo, habrá quien elija y quien no elija. Pero es verdad que a mí, mis hijas me da una lección diaria y siempre quieren estar al lado para intentar darle de comer, “a ver si quiere comer conmigo”, porque todos esos pequeños gestos, de llevarlos de la mano, de acompañarlos, de querer estar y de jugar, para mí eso tiene un valor como madre, como profesional, incalculable, por supuesto”.

Un placer, Carolina, oírte, verte, sentir la fuerza con la que transmites, me ha encantado tener esta conversación contigo. Muchísimas gracias, Carolina.

Lo más leído