Miguel Lorente es una persona fundamental en el tema de la violencia de género en España. Miguel es médico forense, profesor de la Universidad de Granada, fue director general de asistencia jurídica de víctimas de la violencia de la Consejería de Justicia de la Junta de Andalucía y tuvo su cargo más importante alrededor de este tema y es que fue delegado del Gobierno para la violencia de género en el Gobierno de España
Empiezo mi conversación con Miguel, hablando de algunos escritos suyos donde dice 20 años de ley integral contra la violencia de género y 20 siglos de negación. Una cosa tan importante como 20 años de la ley integral contra la violencia de género, lo pones al lado de 20 siglos de negación. Y le pregunto: ¿Eso significa que te preocupa el avance del negacionismo en ese tema de la violencia de género? “Sí, porque el negacionismo ha cobrado un protagonismo que da sentido a todo lo que social, cultural y políticamente está ocurriendo. Se ha convertido en un instrumento, en un afirmacionismo. Lo que hace el negacionismo no es cuestionar la violencia de género como resultado, sino lo que hace es cuestionar la violencia de género como causa de la construcción cultural androcéntrica del machismo que da lugar a ella”.
Sigue contando Miguel: “De hecho, desde la ultra derecha se ha dicho que no niegan los homicidios de las mujeres ni la violencia que sufren las mujeres, pero que no es violencia de género. Que lo que ocurre es que se trata de violencia doméstica. Es decir, el resultado no lo pueden negar, porque lo tenemos recogido en bases de datos, lo analizamos estadísticamente, por lo cual no pueden negarlo. Pero sí quieren cambiarle el significado y cambiarle el significado no es gratuito. Es que uno de los elementos que más crítica ha levantado contra el modelo androcéntrico, el machismo, el patriarcado, ha sido la conciencia de violencia de género. Una violencia invisibilizada, ocultada y negada durante siglos. Tampoco hace tanto que hemos puesto los datos de la violencia para ir tomando conciencia y desarrollando medidas y políticas para combatirla y erradicarla.
Sigue hablando de esos 20 años de ley integral y comenta: “Con todo el trabajo previo de la Organización de Mujeres y del Feminismo que han logrado poner sobre la realidad social y se ha tomado conciencia sobre el significado de esta violencia, lo que se hace al cuestionarla es criticar al machismo que la produce. Luego, si yo tengo aquí una construcción cultural androcéntrica y aquí una parte que se ha puesto en evidencia, que al ponerla en evidencia que está cuestionando a la construcción cultural que va a lugar a ella, si yo niego la violencia, que sirve como un pivote para la crítica social generalizada, porque todo el mundo comparte la crítica contra los homicidios de mujeres, los asesinatos, contra la violencia sexual, cuando todo eso permite tomar conciencia de esta realidad que cuestiona la construcción cultural que va a lugar a ella, lo que se hace con el negacionismo es quitar la crítica al modelo cultural. Por lo tanto, el modelo cultural sigue con su argumento, con su referencia, diciendo que esto que está generando crítica no es verdad, que es una parte de otra situación, como es la violencia doméstica, en la cual los hombres atacan y agreden a las mujeres, pero las mujeres también agreden a los hombres, los hijos agreden a los padres, los padres a los hijos, es decir, se mezcla todo para que de esa manera no haya una crítica respecto al modelo que da lugar a una violencia específica como es la violencia contra las mujeres”.
Seguimos hablando de negacionismo y dice Miguel: “El negacionismo ahora pasa a tomar un protagonismo político porque sirve de afirmacionismo para reforzar y afirmar lo que son los elementos culturales androcéntricos que ahora están protagonizando la vida social, la vida política, pero también la vida mediática”.
Le comento. De alguna forma, esto que comentas se podría enmarcar en que hace unas semanas se ha firmado el nuevo pacto de Estado contra la violencia de género. En teoría podríamos hablar que las cosas no van tan mal, pero desde tu planteamiento, incluso viendo alguno de tus artículos, dices desde la derechita cobarte al machismo valiente ¿De alguna forma estás planteando que no ves tan claro ciertos posicionamientos a pesar de que firmen un pacto de Estado? “Sí, totalmente lo veo con preocupación porque hay una deriva, porque el machismo y el machista no tienen ningún interés en maltratar y menos aún en asesinar a su pareja o expareja. Lo hace como consecuencia de lo que significa esa violencia en un contexto de relación, en su vida, en sus relaciones, etcétera. Pero lo hacen porque todo eso está amparado por la construcción cultural, pero el objetivo del machismo no es maltratar a las mujeres, es dominarlas, controlarlas, someterlas, dejarlas y reducirlas a los espacios y el uso de los tiempos y de los roles que se han considerado para ellas, y eso lo puede hacer de muchas formas”.
Sigue comentando: “Es verdad que conforme ha habido un argumento crítico que ha ido transformando y cambiando las referencias tradicionales, la violencia ha actuado con un incremento en la forma, digamos, explícita de llevarse a cabo para que se produzca un repunte muy importante en la forma de violencia y especialmente en la violencia de las relaciones de pareja con los homicidios que conocemos que se han producido en 1996 desde el año 2003. Pero la violencia del machismo ha sido la violencia de la sumisión, del dominio, de la opresión que ha estado presente desde hace 10.000 años, desde la construcción cultural androcéntrica allá en el neolítico. Entonces, el machismo quiere construir esa nueva situación sobre elementos de la situación actual. No necesita la violencia explícita. Entonces, ¿cómo está produciéndose este cambio? Pues se está produciendo a través de intentar que las mujeres vuelvan de nuevo a ocupar esos espacios más tradicionales y que cuando ocupen los espacios históricamente desarrollados por los hombres, esos espacios masculinizados, lo hagan igual que lo hacen los hombres. No para cambiar nada ni transformar aún menos, sino para reproducir el modelo. El machismo, que es un sistema adaptativo va cambiando para mantener las referencias de siempre, se adapta a que haya mujeres que puedan ocupar espacios de poder y liderazgo, como tenemos a Giorgia Meloni en Italia o a Marine Le Pen en Francia, aquí Díaz Ayuso. Antes hemos tenido a otras mujeres que también han ocupado desde opciones conservadoras, posiciones opuestas muy relevantes, pero no para transformar ni cambiar ni introducir la igualdad ni una política o una perspectiva feminista en sus políticas o en sus decisiones, sino para reforzar el modelo con el argumento de que las mujeres también lo pueden hacer”.
Y siguiendo en esa línea, Miguel añade: “Reducir la violencia de género, que es algo que tenemos que conseguir y que estamos consiguiendo, ya que cuando comparamos los datos de los 10 primeros años de la Ley Integral con los 10 últimos, hay un 19,8% menos de homicidios. Pero esa es una consecuencia a todo el cambio social que se está produciendo, para conseguir reforzar el modelo androcéntrico, como estamos viendo que está sucediendo, especialmente con la imagen y los datos que trasladan la situación de la juventud que está reproduciendo y reforzando aún más esas ideas machistas en edades muy jóvenes y especialmente recogidas por los informes del Centro Reina Sofía que habla de jóvenes de 15 a 24 años, donde se aumenta el negacionismo de la violencia de género y donde hay un 15,4% de chavales, chicos, de 15 a 24 años que dicen que si la violencia no es intensa, no es un problema para la relación de pareja. Así que están admitiendo la posibilidad de usar la violencia contra las mujeres ya a esas edades como algo que forma parte de la normalidad”.
Y le planteo, sobre los jóvenes, que siendo su visión preocupante del hecho de esa constatación, de esa visión alrededor del tema del machismo o el tema del feminismo. También planteabas esas nuevas culturas, la cultura del machismo que está buscando un espacio más preponderante y que seguramente esto genera problemáticas de cara a parar todo el tema de la violencia de género.
Y me contesta: “El machismo es cultura. Siempre lo decimos. No es conducta. Es una cultura que da lugar a conductas y esa conducta a resultados y esos resultados cuando superan un umbral que ha ido cambiando conforme la sociedad ha ido evolucionando y transformando esa manera crítica de ver la realidad, ha ido bajando el umbral y ahora consideramos violencia, cosa que hace muchos años no considerábamos violencia. Entonces, ese proceso es positivo y se va consiguiendo. Pero no podemos reducir ni caer en la trampa ni en el error de creer que el machismo es conducta y que sólo cuando se producen esos resultados que superan el umbral crítico del momento se ha producido o está presente el machismo”.
Y sigue: “El machismo define la normalidad, nos define como identidad lo que significa ser hombre, lo que significa ser mujer y todas las exclusiones que se producen cuando no somos hombres y mujeres de la manera que se dice que se tiene que ser hombre o mujer. Por lo tanto, el machismo busca ese tipo de situación social normalizada. Y el resultado de la violencia se produce cuando fracasan los mecanismos de control históricamente, digamos, suministrados y dados a la sociedad para que los utilice diciendo lo que son cosas propias de hombres, lo que son cosas propias de mujeres y cuál es el papel que debe ocupar la mujer en la relación de pareja, etcétera”.
“Por lo tanto, en esa construcción cultural, la violencia que ahora está dominando puede volver a aumentar en el momento en el que las circunstancias se modifiquen o consigan digamos de alguna manera superar los obstáculos y las barreras que está poniendo ahora mismo el modelo para que las cosas vuelvan a ser como han sido. Y a mí me preocupa eso porque no estamos siendo lo suficientemente críticos ni analíticos con lo que significa la violencia de género y con lo que significa este retroceso hacia posiciones más androcéntricas que estamos viviendo, tanto en el modelo conservador de la sociedad y la política que demanda y desarrolla, como sobre todo en el modelo digamos ultraconservador, el de la ultraderecha, que claramente está reivindicando este tipo de medidas de manera explícita. El machismo, especialmente con Donald Trump en su primer mandato y ahora vuelve reforzado, se ha convertido en un instrumento de acción política”.
Y añade: “No olvidemos que las mujeres de hace 100 y 200 años sufrían violencia por parte de sus parejas y por parte del control social, pero no había tantos homicidios. No podemos pensar que ahora hay más violencia porque haya más homicidios. Simplemente se está expresando la violencia de una manera diferente, pero la violencia siempre está presente porque es una parte estructural y esencial de lo que es un sistema de poder jerarquizado sobre la referencia de los hombres para mantener a las mujeres en esa posición de desigualdad, no simplemente como seres inferiores, sino como seres que tienen que asumir una serie de funciones necesarias, fundamentales, esenciales, para el sistema. Sin las mujeres haciendo todas las labores domésticas, de cuidado, que no están pagadas, que no están reconocidas, que no están valoradas, sin las mujeres haciendo ese papel, sería imposible que el sistema se sostuviera”.
Y termina diciendo: “El fracaso es que no hemos trabajado lo suficiente, todo lo referente a la educación, a lo que es el cambio, la transformación cultural y hemos creído que el simple paso del tiempo iba a ser suficiente para que se adoptara una visión crítica respecto a la desigualdad y a la injusticia social que la acompaña. Nunca va a haber una visión crítica en quien tiene privilegios, en quien tiene posiciones de poder a través de esa injusticia. Sin educación es imposible que seamos capaces de asumir unos elementos y unos valores de una determinada cultura”.