Emilio Sánchez-Cantalejo es un buen amigo y excelente profesor. Y la gerente de la Escuela Andaluza de Salud Pública ha decidido que deje de prestar sus servicios de profesor en la misma por montar una mesa redonda en el Ateneo de Granada sobre la Escuela. Increíble. Cómo puede ser que en una institución en que la libertad de opinión ha sido uno de sus grandes valores, se cercene este valor desde una perspectiva autoritaria.
Emilio nos lo escribió diciendo esto:
“Queridos y queridas colegas, en octubre de 1986 firmé un contrato como profesor de nuestra querida Escuela. Hoy, casi 35 años después, he recibido una carta de la directora en la que rompe toda relación de la Escuela conmigo y prohíbe cualquier tipo de colaboración. El motivo es la organización de una mesa de debate en el Ateneo de Granada que titulamos Por qué y para qué una Escuela de Salud Pública. Esto más unos WhatsApps que dice que yo escribí en este grupo insultantes pero que se niega a mostrarme, son los argumentos que ha utilizado para tomar esa decisión. Un abrazo”.
A partir de ahí muchos fueron los comentarios de compañeros/as en la línea de Una barbaridad. Otro envite a la Escuela. Perdemos a un referente, un magnífico profesor, un experto de prestigio (no digo a una gran persona y amigo porque en esto Blanca no manda). ¿Así se gestiona una institución como la EASP? Desde el rencor y la intolerancia? ¿Desde la falta de respeto al criterio profesional? Lo siento tanto... Y siguieron: No doy crédito. No somos un grupo de colegiales a los que se castiga si se portan mal. Increíble y con todo lo que has aportado y aportas cada día. Un profesional sin igual. ¡Qué barbaridad! No tengo palabras. Esto es intolerable. Ufff, esto es un disparate, no me lo puedo creer! No salgo de mi asombro...
La historia es larga. Conozco a Emilio desde hace más de 30 años y me considero su amigo. Le conocí cuando llegué a Granada en el máster de Salud Pública en la Escuela Andaluza de Salud Pública. Recuerdo sus clases de estadística en el edificio de la escuela que estaba en Avenida del Sur. La escuela era en esos momentos pequeña, bonita, manejable, cercana, con tres plantas (la planta de entrada donde estaba recepción, el area económica y la biblioteca, la de arriba donde estaban los despachos del profesorado y la secretaría académica y la planta sótano donde estaban las dos aulas y una aula de informática, con una pequeña sala de café).
Recuerdo el despacho de Emilio, justo al lado de la escalera a la izquierda en la planta del profesorado. En el despacho estaba con el recordado y admirado Emilio Perea. Emilio daba unas clases maravillosas. Con él aprendí mucho de estadística. Era, es y ha sido un gran profesor. Durante toda su trayectoria profesional ha sido un profesional de gran actividad docente e investigadora. Y además ha ido innovando, introduciendo aspectos de gran interés para la estadística como eran sus cursos de “R”.
Y además, ha sido una persona amante de la cultura, de la literatura, de la poesía. Hemos compartido poemas o actos de Luis García Montero o de Fernando Valverde. Hemos estado en actos de la Trastienda, local que le gusta y que fomenta, y del que me mandó una foto del cumpleaños de Benjamín Prado con la presencia de Joaquín Sabina, al que admira o de Almudena Grandes entre otros.
De hecho, tengo el honor de estar en su despacho que durante un tiempo hemos compartido. Y seguiremos compartiendo con el corazón. O hablando del Madrid o el Barça o de actos culturales que nos puede apetecer o de las actividades del Ateneo que trabajamos conjuntamente. O de árboles que con nuestro amigo común Juanma recién fallecido hablábamos en diversas ocasiones. O de paseos y excursiones...
Como dice Andreu Segura en un editorial en la revista Gaceta Sanitaria: "A quienes desde el amplio ámbito de la salud pública, de la epidemiología o de la gestión sanitaria hemos podido mejorar nuestras competencias profesionales y colaborar en la promoción y la protección de la salud de la población andaluza, española y en buena parte planetaria, nos cuesta imaginar que se puedan considerar prescindibles la Escuela Andaluza de Salud Pública (EASP) y su patrimonio histórico. Cuando más falta nos hace a todos".
En el Museo Memorial del Holocausto de los Estados Unidos está grabado este poema:
Primero vinieron por los socialistas,
y yo no dije nada, porque yo no era socialista.
Luego vinieron por los sindicalistas,
y yo no dije nada, porque yo no era sindicalista.
Luego vinieron por los judíos,
y yo no dije nada, porque yo no era judío.
Luego vinieron por mí,
y no quedó nadie para hablar por mí
Nos lo recordó Emilio, en un momento que es necesario decir no al despido de Emilio. No al cierre de la EASP. Y cierro con un poema de Luis García Montero que un 4 de abril de 2017 le envié y con su respuesta:
Merece la pena (un jueves telefónico)
Sobre las diez te llamo
para decir que tengo diez llamadas,
otra reunión, seis cartas,
una mañana espesa, varias citas
y nostalgia de ti.
Sobre las doce y media
llamas para contarme tus llamadas,
cómo va tu trabajo,
me explicas por encima los negocios
que llevas en común con tu exmarido,
debes sin más remedio hacer la compra
y me echas de menos.
El teléfono quiere espuma de cerveza,
aunque no, la mañana no es hermosa ni rubia.
Sobre las cuatro y media
comunica tu siesta. Me llamas a las seis para decirme
que sales disparada,
que se queda tu hijo en casa de un amigo,
que te aburre esta vida, pero a las siete debes
estar en no sé dónde,
y a las ocho te esperan
en la presentación de no sé quién
y luego sufres restaurante y copas
con algunos amigos.
Si no se te hace tarde
me llamarás a casa cuando llegues.
Y no se te hace tarde.
Sobre las dos y media te aseguro
que no me has despertado.
El teléfono busca ventanas encendidas
en las calles desiertas
y me alegra escuchar noticias de la noche,
cotilleos del mundo literario,
que se te nota lo feliz que eres,
que no haces otra cosa que hablar mucho de mí
con todos los que hablas.
Nada sabe de amor quien no ha perdido
por amor una casa, una hija tal vez
y más de medio sueldo,
empeñado en el arte de ser feliz y justo,
al otro lado de tu voz,
al sur de las fronteras telefónicas.
Y Emilio me contestó con una hora de amistad, de reflexión y de poesía de Luis en RTVE. Y unos días más tarde un artículo en InfoLibre que decía: "Confieso en público que hay cosas que me parecen odiosas. Incluso estoy convencido de que es muy conveniente que una sociedad odie algunas cosas".
Y yo digo que me parece odioso que se prescinda con maneras autoritarias de un excelente profesional y de una gran persona como es Emilio. Porque como le envié un 16 de abril de 2017: "En las empresas hay gente tóxica y es muy difícil lidiar con ellos, son armas de destrucción masiva de las organizaciones... Pero en la empresas hay gente que nos hace ir más allá de lo obvio, que nos lleva a bondades que no conocíamos y que nos sugiere la mejor cara de la luna dónde instalar nuestros crecimientos y aprendizajes".
Gracias por recordar en el acto del Ateneo al gran médico y salubrista Hector Abad Gómez y El olvido que seremos. Él fue un luchador por los derechos humanos y especialista en salud pública, asesinado en Medellín, tras amenazas por sus denuncias contra quienes venían cometiendo crímenes selectivos de líderes sociales. Forjador de ideas para mejorar la salud de los colombianos, fue el fundador de la Escuela Nacional de Salud Pública, hoy llamada Facultad Nacional de Salud Pública Héctor Abad Gómez de la Universidad de Antioquía. Gracias Emilio por llevarnos a bondades que no conocíamos. Gracias por todo y más. Nos vemos en tu despacho.
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