La perspectiva de género en la salud es un aspecto que no se ha tenido en cuenta en el sistema sanitario. Dar por hecho que las enfermedades de mujeres y hombres son iguales o que surgen y se abordan de manera similar, es cometer un error, ya que en muchas ocasiones retrasa el diagnóstico precoz de numerosas patologías en el que el tiempo de pronóstico es fundamental.
El sesgo de género en la atención sanitaria se evidencia gracias a un estudio publicado a principios de los años 90 en la prestigiosa revista The New England Journal of Medicine. Se demostró que, en el caso del infarto, se hace un menor esfuerzo diagnóstico y terapéutico en mujeres que en hombres. El problema principal es que las mujeres y los hombres lo cursamos de manera diferente. Los hombres sufren el infarto de libro o de película, con dolor precordial, irradiación al brazo izquierdo, pero en las mujeres es mucho más inespecífico. Además, cuando el médico se da cuenta de que puede ser un infarto, a pesar de los diferentes síntomas, los resultados del electrocardiograma también son diferentes entre los dos sexos. Eso provoca confusión hasta en los propios especialistas.
La conciliación entre trabajo y familia impacta de manera positiva en la salud de las mujeres, ya que siguen mayores conductas saludables y tienen una mejor autopercepción de su salud. Sin embargo, el 50 % de ellas espera a tener síntomas graves para ir al médico.
Las consecuencias de los sesgos de género en medicina son que las mujeres son peor diagnosticadas en al menos 700 patologías.
La falta de perspectiva de género hace que las mujeres tengan un menor acceso a una atención sanitaria de calidad y una mayor tasa de letalidad hospitalaria cuando ingresan, como ocurre con los casos de infarto de miocardio.
¿Por qué las mujeres acuden menos a consulta y minimizan sus síntomas? Sabemos que el 50% de las mujeres acude al médico cuando sus síntomas ya son graves. Y esto es porque exigen menos o porque minimizan los síntomas. Las mujeres no van al médico, aunque sufran patologías graves. Ante un mismo síntoma, a ellas les recetan un analgésico y a ellos los derivan a un especialista.
Las mujeres constituyen el 50% de la población general, sin embargo, para algunos, su salud se considera un tema nicho que se reduce a la reproducción. Tampoco se incluye a mujeres en los ensayos clínicos por el riesgo de que un embarazo trunque la investigación.
La conciliación también pasa factura. El 50% de las mujeres espera a estar grave para demandar asistencia sanitaria porque está cuidando a un familiar y tiene complicado mantener unas conductas saludables por querer llegar a todo: duermen menos debido a la carga de trabajo y eso les genera ansiedad, estrés, dolor de espalda... También queda camino en materia de prevención, con un problema creciente con el alcohol y el tabaco que ya afecta a un 65%
Muchas de sus necesidades no están siendo cubiertas. Un 50% de los embarazos no ha sido planeado y en España la cifra se sitúa en un 35%. La endometriosis también es un gran tema tabú que afecta a bastantes mujeres y en las fases más tardías de su vida, cuando llega la menopausia, no hay opciones de abordaje. Una mujer muere cada dos minutos en el mundo dando a luz o tras el parto. Pero hay mucho más: las enfermedades cardiovasculares son la causa de un 35% de la mortalidad femenina; el asma tiene también mayor tasa de muerte y de hospitalización en las mujeres; la migraña nos afecta tres veces más... Y a todo esto no se le presta suficiente atención, no está en el foco. Existe una clara desigualdad en el tratamiento de los temas de salud en las mujeres.
Los estándares clínicos de la medicina se han creado a partir de los hombres. Hay un lobby de investigadoras en la Unión Europea que reivindican la inclusión de mujeres en los ensayos de manera representativa al porcentaje de población consumidora. Las mujeres tenemos una variabilidad hormonal diferente que producen unas reacciones cruzadas entre los fármacos ensayados solo en hombres, de este modo, se pueden potenciar los efectos secundarios o aparecer otros diferentes. Hay un caso muy llamativo en esto. En el año 2015 se intenta comercializar el flibanserin, una especie de viagra femenina, y aparecieron reacciones cruzadas con el alcohol. Pues bien, el ensayo para comprobarlo se hizo con 27 sujetos, donde solo dos eran mujeres.
Para lograr mejoras en la salud de las mujeres es necesario saber más acerca de sus necesidades, de cómo perciben su estado de salud y de qué tipo de hábitos saludables pueden desarrollar en su día a día, algo que siempre estará influenciado por sus circunstancias socioeconómicas.
El 61% de las mujeres en nuestro país reconoce preocuparse bastante o mucho por su estado de salud y un tercio del total (32%) estima que su estado de salud es regular o malo.
El 51% de las mujeres afirma que puede conciliar familia y trabajo, y todas las mujeres de este grupo realizan conductas promotoras de la salud en mayor medida que en el caso de las mujeres que no concilian o concilian solo ocasionalmente, como son cuidar una rutina de sueño de 7/8 horas; solicitar revisiones ginecológicas, consultar con el médico ante dudas sobre su salud o practicar ejercicio físico regularmente.
No tener en cuenta el género al diagnosticar hace que mueran más mujeres.