Tras el confinamiento provocado por la pandemia, la demanda de atención en salud mental se ha disparado. Más gente declara necesitar ir a terapia, más gente dice necesitar ayuda, más gente afirma no sentirse bien. Más de la mitad de jóvenes (el 56,4 %) cree haber sufrido problemas de salud mental en los últimos 12 meses, y casi la mitad (un 49 %) no pidió ayuda profesional. El 36,6 % de chicos y chicas que afirman sentir malestares psicológicos no buscaron ayuda en su círculo más cercano.
Hablar de salud mental está de moda. Sin embargo, continúa rodeada de cierta estigmatización: aún no hemos aprendido a hablar abiertamente de ello y procurarnos apoyo.
Sabemos que 1 de cada 3 personas a lo largo de su vida se ve afectada por ansiedad y/o depresión.
Cuando nos sentimos mal y lo expresamos, algunas personas nos escuchan, sí. Pero otras muchas nos evitan. La salud mental aún estigmatiza. Así, los enfermos mentales son percibidos como demasiado diferentes. Padecer enfermedades mentales sigue considerándose por buena parte de la sociedad un asunto vergonzoso. Nada que ver con lo que sucede ante cualquier otro tipo de padecimiento. Por eso muchos de quienes las sufren lo ocultan, incluso ante sí mismo. Esa combinación de rechazo y culpabilización conforman el estigma que suele rodear a quienes padecen trastornos mentales.
Esta situación agrava la evolución y el pronóstico de los problemas de salud mental, que suelen requerir acompañamiento. De hecho, su sintomatología puede agravarse si no reciben una atención continua.
A estas alturas no sabemos cuánta gente puede tener algún problema de salud mental. Ni cuánta gente necesitaría apoyo, expresar y recibir una evaluación o poder tener acceso a un tratamiento a tiempo. Pero faltan medios, tanto para diagnosticar como para tratar.
La gran cuestión que hay que poner sobre la mesa es si hay suficientes profesionales para atender a todo el mundo. La respuesta es no, aunque no todo se soluciona con más profesionales.
Integrar la tecnología en la práctica clínica podría ser una solución, pero es evidente que el abordaje terapéutico de la salud mental implica cuidar, integrar, atender, acompañar, concienciar, salvaguardar, proteger, educar, un conjunto de verbos imprescindibles para abordar una problemática multifactorial como explica muy bien Miguel Guerrero, de quien más he aprendido en temas de prevención del suicidio.
Del mismo modo, poder integrar tecnologías digitales con base en evidencia científica podría permitir aumentar la cobertura existente. Más que en cualquier otro momento de la historia de la humanidad, estamos conectados compartiendo información.
La realidad es que cada vez más gente hace uso de internet (redes sociales mayormente) para expresar la necesidad o idoneidad de ir a terapia. Es hora de frenar la pandemia en salud mental
Parece que al fin la salud mental va camino de convertirse en una prioridad. Formar a la sociedad para identificar que es la salud mental y saber pedir apoyo profesional, es clave.
Es necesario avanzar para lograr que los efectos de la salud mental resulten menos devastadores para así poder hacer frente a un problema multicausal que requiere, sobre todo, de la comprensión humana.
La colaboración entre iguales y la compasión nos hacen humanos. Mediante las llanadas neuronas espejo somos capaces de experimentar en buena parte los estados mentales de los otros, incluyendo su malestar. Esas habilidades hacen que, al observar una emoción en otros, el cerebro se active prácticamente igual que cuando la experimentamos en nuestras propias carnes. Por eso sentimos como propias la alegría o el malestar ajenos.
Ante ello, es imprescindible abogar por la promoción de la salud mental desde políticas públicas integrales que erradiquen la pobreza, la exclusión y las desigualdades sociales; políticas que sean capaces de avanzar en la prevención, promoción y la atención, atajando, así mismo, los prejuicios, la discriminación y el estigma asociado a la salud mental, ante una atención fragmentada, insuficiente, biologicista y centrada en la reducción sintomatológica.
Existen múltiples factores que inciden sobre las respuestas a problemas de salud mental. El estigma y el tabú siguen teniendo un claro impacto en el modo en el que las personas afrontan sus malestares. No obstante, poner el foco sobre la variable económica tiene una importancia fundamental. La pobreza es el origen de buena parte de los malestares experimentados y también limita el acceso a ayuda y apoyos para enfrentarlos.
Ante ello, las palabras importan. Y el dolor que no sale, gime en el corazón hasta que lo rompe. Es necesario dar palabra al dolor, al sufrimiento, al malestar, porque escucharlo con los 5 sentidos, da respuestas.
Y ante todo ello, he leído en X que:
@PilarPsiq: "Trabajar en salud mental pública es duro porque es trabajar con poco para llegar a muchos, te desgasta. La administración no te tiene en cuenta, la motivación para mí es el vínculo con el paciente, siempre por ellos".
@consaludmental: "La salud mental llega a los estadios de fútbol gracias a @bukaneros92, que nos recuerdan además una de las mejores herramientas que tenemos: hablar y compartir nuestros sufrimientos, pensamientos y emociones. No estás solo".
Y añade @consalydmental: "Mercè Torrentallé, presidenta de @SalutMentalCat, escribe en La Directa sobre el fomento del lenguaje inclusivo en salud mental en relación a la inclusión de la palabra "tarat" por parte de @iec del que extraigo: El diccionario debería evitar contribuir al estigma de las personas en situación de vulnerabilidad".
Y siguen: “Cuando un futbolista tiene un esguince en el tobillo, lo esperamos hasta que se recupere. Deberíamos esperar también a un jugador que tenga un esguince mental”.
Grande @ZGurrutxaga hablando de salud mental en primera persona: "Yo era un chico más o menos con una vida normal, con una salud mental estable. Pero cuando con 19 años debuto en Primera División y cumplo mi sueño, de repente me cambia la vida de un día para otro. La gente me conoce y empieza a exigirme cosas. Piensan que voy a ser un defensa central de la Real durante diez años o que incluso puedo llegar a ser una leyenda. O eso era lo que yo sentía en aquel momento. Cumplir ese sueño me arruinó la vida porque no fui capaz de gestionar aquella presión o responsabilidad que yo mismo sentía sobre mis hombros".
@MasTwitts: "Los ancianos también tienen problemas de salud mental y no, no son "cosas de la edad"".
@redaccionmedica: "Las consultas online en salud mental están a la orden del día y cada vez se centran más en la #autoestima y el amor propio".
Y añaden: "Sanidad abordará el suicidio sin vincularlo a un plan específico nacional. El 'nuevo' Ministerio ha detallado su "significativa" estrategia en salud mental ante la petición del Parlamento Europeo".
@dricardogil: "Las enfermedades raras también pueden tener un impacto en la salud mental de los pacientes y sus familias".
@UPII_Ciceron: "Nuevamente ante un contexto de urgencias saturado, bajo mínimos, tensionado por la gestión y en plena ola de demandas médicas, los pacientes con conducta suicida perciben más actitudes deshumanizadas, estigmatización, maltrato y banalización. Siempre igual".
@doblede_ebista: "¡Por un 2024 donde la salud mental nunca nos falte y las oportunidades abran el paso en nuestro camino hacia el éxito!".
@LuisMiguelReal4: "Que una persona sonría a menudo o haga muchas cosas no significa que sea una persona feliz o con buena salud mental. Mucha gente pone esfuerzos titánicos para evitar que otras personas se enteren de todo lo que están sufriendo por dentro".
Por tanto, ayudar, rehacer, comprender, escuchar, acompañar, confiar, sin palabras, con un poder inmenso.