El 68,4% de la población mayor experimenta soledad en alguna medida. Aunque en su mayoría esos sentimientos de soledad son moderados, en el 14,8% de las personas, la soledad puede calificarse de grave o muy grave.
Y es que vivir solo sin quererlo es malvivir, y no se trata de una enfermedad, sino de una manifestación de la desigualdad y de la injusticia social que afecta sobre todo a los mayores y las mujeres.
El aislamiento no deseado es un factor tan preocupante como el tabaquismo, la obesidad o la contaminación y es una epidemia que provoca enfermedades cardiovasculares y mentales.
La falta de compañía perjudica la salud.
Se ha constatado que la soledad y el aislamiento social aumentan alrededor de un 30% el riesgo de mortalidad. Hay más riesgo de enfermedades cardiovasculares, ictus, demencia y problemas de salud mental, como la depresión.
La soledad y el aislamiento social ya se consideran problemas de salud pública global y, también una epidemia.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) aseguraba que entre el 20% y el 34% de las personas mayores en China, Europa, América Latina y los Estados Unidos se sienten solos.
La soledad refleja un sentimiento de insatisfacción, que acorta la vida de las personas mayores y dañan su salud física y mental y su calidad de vida.
Incluso entre los pacientes sometidos a cirugías urgentes, la soledad se asoció con mayores probabilidades de muerte a los 30 días.
La falta de compañía mata y enferma. Tanto la soledad, como el aislamiento social y vivir solo, elevaban el riesgo de muerte un 26%, un 29% y un 30%, respectivamente. La soledad mata como las enfermedades. Y produce más dolencias.
En la gente mayor, se empieza con una caída, una jubilación o al enviudar, por ejemplo, y se termina encerrado en casa. La fragilidad, la dependencia, perder la capacidad de salir de tu casa o dejar de conducir, marcan el punto de inflexión hacia la soledad no deseada. Y ese aumento del aislamiento social lleva, todavía más, a una disminución de capacidades para realizar actividades comunes.
Las relaciones sociales deficientes se han asociado también con un aumento del riesgo de alrededor del 30% de sufrir problemas cardiovasculares graves o ictus. Los adultos con aislamiento social tienen de dos a tres veces más riesgo de morir tras un infarto de miocardio, mientras que las personas con relaciones sociales más sólidas tienen un 50% más de posibilidades de sobrevivir.
La soledad y la escasa participación social se asoció con más riesgo de demencia e, incluso, problemas del sueño. La soledad está vinculada, además, con malos hábitos de vida, como un mayor consumo de tabaco o alcohol en exceso, y estos comportamientos dañinos se exacerban, a su vez, si se está menos expuesto a conductas saludables o consejos de salud como resultado de menos contactos sociales.
Y con todo eso @virgiforero dice: la soledad es política by @AusinTxetxu @Beltzane.
@Monica_Garcia_G añade: La soledad no deseada tiene consecuencias en la salud de las personas y de la sociedad. Tenemos que hacernos cargo en conjunto y poner recursos públicos al servicio de quien más lo necesita.
@Pilar_HA apunta: Aquellos que aman la soledad son aquellos que han pagado caro la compañía.
@LuisMiguelReal4 comenta: Muchas relaciones se mantienen más por el miedo a la soledad que por haber una verdadera amistad (o amor). Y en esa misma idea apunta @mjcaimari: Dices que no dejas a tu pareja por miedo a estar sola. Sola ya estás, te digo. Ya, respondes. Lo sabes. Duele esa soledad en compañía. Duele tanto que evitas reconocerla y mirarla de frente, convenciéndote de que la soledad está fuera.
Y en ese entorno @Caro69cr explica: "La soledad enseña a no someterse a cualquier companía". Gustave Flaubert. O @Deli60Ros: "Prefiero la calma de la soledad, que la decepción de una mala compañía". Franz Kafka.
@researchisprogr explica un estudio en Valencia que dice: El 36,2% de los participantes en el estudio tenía soledad moderada y el 6,6% soledad extrema. Entre las variables sociodemográficas más significativamente relacionadas con la soledad, destacaron estar soltero/a, separado/a o divorciado/a. Como variables protectoras, tener hijos/hijas fue un factor protector significativo mientras que tener nietos o hermanos no influyó significativamente en el nivel de soledad. La capacidad de caminar y el uso de teléfonos, aplicaciones de mensajería y el saber realizar videollamadas con el teléfono no se asociaron con una diferencia significativa en el nivel de soledad sugiriendo que estos factores no son determinantes para estar en una situación de soledad no deseada.
Y en ese contexto, @DiariodeCuentos dice: En la soledad ya no caben más personas. O @RobertoBonafont: Los que han superado la soledad han aprendido a no conformarse con cualquiera. @rosaypoesia: Me gusta la soledad. Tener tiempo para mí, mi forma de ser y hacer, dirigir mi vida. Pero qué linda la soledad compartida.
Y entre todo lo dicho, @GeriatricArea vuelve a decir: Es necesario prevenir la soledad de la persona mayor con proyectos dirigidos a fomentar su capacidad psicológica y funcional. La soledad no deseada y el sentimiento de vacío existencial es un problema real y alarmante. Y por ello no es extraño lo que cuenta @PedroCanoD: Una cadena de supermercados instala 'cajas lentas' para las personasmayores. La firma neerlandesa Jumbo Supermarkten busca combatir la soledad de los mayores y les ofrece cajas lentas pensando sobre todo en estas personas que necesitan alguien que les escuche, alguien con quien hablar.
Y yo digo que la soledad no deseada no es un fracaso individual, sino un fracaso como sociedad. La soledad es uno de los retos de importancia creciente a los que se enfrentan las sociedades occidentales en este siglo XXI. Aunque la soledad puede ser también fuente de autoconocimiento personal y facilitar el disfrute de arte, la naturaleza, etc., es en general un fenómeno con consecuencias negativas cuando, como sucede habitualmente, no es algo ni buscado ni deseado.
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