Según el último informe del Instituto Europeo para la Igualdad de Género (EIGE) España se consolida como un referente en igualdad dentro de la Unión Europea, ocupando el 4º puesto en el Índice de Igualdad de Género 2024. Con 76,7 puntos sobre 100, el país supera la media europea (71) y avanza significativamente desde 2010 (+10,3 puntos).
En su informe, el EIGE destaca a España como uno de los países que más avanza en la materia en los seis indicadores analizados: trabajo, dinero, conocimiento, tiempo, poder y salud. Sólo Suecia, Dinamarca y Países Bajos superan a España en la clasificación general y se sitúa junto a Alemania, Luxemburgo y Austria, profundizando la brecha estadística entre los mejor y peor clasificados del ranking europeo.
Avances en la igualdad y paridad en materia política
El liderazgo español destaca en el ámbito del poder político, donde ocupa el tercer puesto con 82 puntos, sólo por detrás de Suecia y Francia. Este avance ha experimentado un incremento notorio de 29,4 puntos desde 2010, consolidándose como uno de los mayores avances en la UE.
En España las mujeres ocupan el 44 % de los escaños parlamentarios, el 47 % de los escaños de los órganos legislativos de las CCAA y representan el 45% de los puestos ministeriales superiores y subalternos. Asimismo, destaca por ser uno de los pocos países que ha alcanzado sus cuotas femeninas establecidas en cargos públicos electos y en la representación en el Parlamento Europeo, donde supera el 40% de eurodiputadas. Esto quiere decir que los hombres ocupan el 60% de los escaños, con lo que apenas alcanzamos a llegar al umbral mínimo de los estándares de igualdad entre mujeres y hombres en la política.
Aun así, la mejora de los datos en España contrasta con la proporción de mujeres diputadas al Parlamento Europeo, pues por primera vez desde 1979, las mujeres representan el 38,75% de los integrantes del Europarlamento, es decir, no alcanza al nivel mínimo de representación exigida por la normativa europea, donde se prevé que las mujeres ocupen al menos el 40% de los escaños, y esta es una mala noticia, porque en el Parlamento Europeo debería ser el primer órgano legislativo donde se garantice la paridad en la representación política. Como veremos, estos datos son muy indicativos del liderazgo español.
Estancamiento en el ámbito laboral
El mercado laboral constituye el principal desafío en materia de igualdad entre mujeres y hombres, pues España se sitúa en la decimoctava posición en la UE con 75,6 puntos. A pesar de experimentar un sutil incremento de 0,2 puntos, el país ha retrocedido una posición respecto a 2021, evidenciando la necesidad de implementar medidas más efectivas para promover el empleo femenino. Particularmente preocupante resulta el indicador de participación laboral, donde España, con 83,1 puntos, se relega al puesto 22 entre los países europeos, señalando importantes obstáculos en el acceso y permanencia de las mujeres en el empleo. Sin embargo, en lo referente a la segregación ocupacional y calidad del trabajo, el país mantiene una posición más favorable, situándose novena en el ranking europeo con 68,8 puntos, lo que sugiere un cierto avance en la equidad de las condiciones laborales y la distribución por sectores.
Las otras cifras de informe del EIGE
En otros ámbitos, España muestra un progreso desigual. En el dominio del dinero, a pesar de una mejora de 1,2 puntos, el país ocupa el puesto 16, por debajo de la media europea. Preocupa especialmente la brecha entre madres y padres solteros, que afecta desproporcionadamente a las mujeres (22 %). En el uso del tiempo, España mantiene una destacada quinta posición, mientras que en sanidad, a pesar de un ligero retroceso de 0,2 puntos, ocupa el sexto puesto.
Un logro significativo se observa en el ámbito deportivo, donde la representación femenina en los consejos de las organizaciones de los diez deportes olímpicos más populares ha aumentado 18 puntos desde 2015.
Malos datos en materia de violencia machista y sexual
Aunque el optimismo del EIGE que sitúa a España en la cumbre de la igualdad y altos niveles de bienestar social, contrasta con la percepción interna que podemos tener, sobre todo porque seguimos teniendo malos datos en materia de violencia machista. Si bien la violencia contra las mujeres no forma parte de los indicadores analizados por el EIGE, lo cierto es que si tenemos estos niveles de violencia contra las mujeres y niñas en España, es porque tenemos un problema social muy serio que afecta la calidad de vida y el bienestar de las mujeres y que dificulta los logros en materia de igualdad real y efectiva.
En España, nuestra realidad revela una problemática social de profundo calado: durante 2024, cuarenta y seis mujeres fueron asesinadas por sus parejas o exparejas, cifras que eleva el total de víctimas mortales a 1.291 desde el inicio de su registro en 2003, según los datos oficiales. La dimensión cotidiana de la violencia machista se materializa en 529 mujeres que sufren agresiones diarias.
No obstante, estas estadísticas oficiales, centradas exclusivamente en la violencia ejercida en el ámbito de la pareja o expareja, representan sólo una fracción de la realidad. Feminicidio.net eleva a 91 mujeres las asesinadas este año por hombres, incluyendo aquellas que no tenían vínculo sentimental.
Como consecuencia de los feminicidios, 30 menores han quedado huérfanos este año, sumando 463 desde 2013. La violencia machista extiende su impacto devastador hacia los menores: nueve niños y niñas han sido víctimas mortales de violencia vicaria en 2024, elevando a 62 el número total desde que se iniciaron los registros en 2013. La gravedad de la situación se intensifica al constatar que más de millón y medio de menores conviven con esta violencia en sus hogares.
El Sistema de Seguimiento Integral en casos de Violencia de Género (VioGén) mantiene actualmente bajo protección policial a 101.093 mujeres, incluyendo 1.269 adolescentes entre 14 y 17 años, que requieren vigilancia preventiva frente a potenciales agresiones de sus maltratadores. Estas cifras reflejan la magnitud de un problema estructural que demanda una respuesta institucional y social contundente, que parte de considerar a la violencia machista como una cuestión de Estado que exige medidas más eficaces y que empiecen con la coeducación.
Los datos sobre violencia sexual son igualmente alarmantes: se denuncian 14 violaciones diarias y 55 agresiones sexuales sin penetración, con un incremento del 4,8% en los delitos contra la libertad sexual durante el primer semestre de 2024, alcanzando las 10.010 denuncias.
¿España lidera el ranking porque los demás países están mucho peor?
El posicionamiento de España como referente en igualdad entre mujeres y hombres no sólo refleja sus propios avances y una normativa formalmente muy ambiciosa, sino que también pone en evidencia el rezago o los retrocesos de otros Estados miembro de la UE en la implementación de políticas efectivas de igualdad y en la creación de estructuras institucionales sólidas para combatir la discriminación contra las mujeres, así como la violencia machista y sexual.
En este sentido el avance en materia de igualdad de España se debe en buena medida a la aprobación de dos leyes pioneras en Europa, que han creado una infraestructura institucional, inexistente en la mayoría de países europeos, que permite visibilizar y abordar la realidad de la violencia contra las mujeres, que en otros países permanece oculta o apenas empieza a ser reconocida socialmente: la ley de violencia machista y la ley de igualdad.
Este panorama dibuja una España que, si bien muestra avances hacia la igualdad en Europa, aún enfrenta desafíos estructurales significativos, especialmente en materia de empleo, coeducación y también en la erradicación de la violencia machista y sexual. Los datos arrojados del balance del reciente vigésimo aniversario de la Ley de Violencia de Género han puesto de manifiesto los avances logrados, que los hay; pero también el largo camino que queda por recorrer para alcanzar una sociedad realmente igualitaria y libre, porque si hay violencia contra las mujeres y niñas, no podemos hablar de igualdad ni justicia.
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