Moreno durante un encuentro de campaña.
Moreno durante un encuentro de campaña.

A estas alturas de la película ir a elecciones es algo casi rutinario. Da la sensación de que las últimas elecciones fueron hace un par de meses, razón por la que quizá quienes todavía no se han enterado de que hay elecciones se sorprendan. En cierto modo también estos tres años y medio han pasado volando, ya que pensábamos mayormente en otros problemas en lugar de las trastadas que nos podía hacer el gobierno autonómico del PP. Así, muchas de ellas pasaron desapercibidas, a veces también porque la oposición hacía un pésimo análisis del BOJA centrándose solo en cosas muy superficiales.

Por ejemplo, con la última ley de tributos cedidos, se hizo mucho hincapié en aquella reducción en el IRPF de las clases de inglés para las familias con rentas de hasta 80.000 euros. Sin embargo, nadie pareció darse cuenta de que con respecto a la ley anterior el tramo más alto que se aplica a los casinos pasó del 57% al 45%, algo infinitamente más polémico dado el problema de salud pública que supone la ludopatía. Cosas como esta hay a patadas, sin embargo, no han aflorado y el desgaste del PP es mínimo. De cara a la galería queda esa sonrisa carismática y picarona de Moreno Bonilla, que parece que algo esconde, pero no se sabe el qué.

Las razones de este deterioro de la oposición son muy amplias. La primera, sin duda, ha sido una profesionalización de la política que ha creado un perfil muy específico centrado mayormente en el debate, vagamente multidisciplinar. Se echan en falta los equipos donde cada uno estuviese realmente formado y especializado en su tema. Sin embargo, hoy en día lo normal es que las responsabilidades de economía o hacienda las ejerzan gente que hizo ciencias políticas o incluso ciencias del deporte. Aparte de una pésima oposición, esto da lugar a ruedas de prensa y declaraciones lamentables. Otra cuestión sería que, a los jóvenes, recién salidos de la facultad especializados hasta con dos másteres, rara vez les ofrecen responsabilidades reales y los relegan a servir como fondo bonito para las fotos. Sobre nepotismo hablaremos otro día.

La solución a todo esto puede desprenderse fácilmente del párrafo anterior. Es tan fácil como darle su espacio a los jóvenes y a los cuadros más formados dentro del partido. Gente que en su especialidad sepa darle al PP hasta en el carné de identidad y con tal intensidad que no dé posibilidad siquiera a réplica. Al contrario que los partidos de la izquierda alternativa, que son mayormente un hervidero de graduados en historia, el PSOE tiene un capital humano muy rico y diverso. Queda en manos de sus dirigentes decidir si quieren utilizarlo, devolver al PSOE a su gloria y ganar.

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