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Fastos y nefastos

La base de Rota es como una sombra de negrura toxica de asfalto y muerte, de bombarderos y alambradas que nos impide apreciar la belleza intemporal del castillo de Luna

13 de enero de 2025 a las 11:11h
Trabajo en la base naval de Rota, en una imagen de archivo.
Trabajo en la base naval de Rota, en una imagen de archivo. JUAN CARLOS TORO

El próximo 20 de enero de este incipiente 2025 está prevista la investidura de Donald Trump como el 47 presidente de los Estados Unidos de América del Norte.

Para gran parte del mundo, si no todo, éste será un día nefasto y el preludio de muchos días más en los que no sabremos qué nuevas ocurrencias fatales de este psicópata con mando en plaza nos van a dar de lleno en nuestras vidas.

Los antiguos romanos dividían sus días en fastos y nefastos, eran fastos los días de hacer y decidir. Por el contrario, en los días nefastos hasta los tribunales silenciaban las tres palabras rituales para hacer justicia.

En los días nefastos solo quedaba encomendarse a dios o apaciguar con ofrendas a los malos espíritus. Poco alivio nos queda cuando dios está omiso, ajeno y descuidado, mientras que los malos espíritus del odio y la desconfianza nos colonizan el barrio, el vecindario, las palabras, los juzgados y hasta las opiniones.

Lo mismo que hay días nefastos, hay personajes nefastos que ganan elecciones porque la gente les vota, pongamos que se trata de Trump.

Confieso que se me escapa a la comprensión el circuito mental de quienes eligen que les gobierne semejante disparate con apariencia ligeramente humana. ¿Qué cúmulo de frustraciones arrastran para renegar del sistema democrático y elevar al poder a multimillonarios tramposos y sociópatas? ¿Qué es lo que esperan de la vida? ¿Qué beneficio moral o material esperan obtener? Ellos sabrán y lo peor es que lo sabremos todos y todas, aunque no hayamos tenido arte ni parte, ni vela en este funeral de la cordura.

Y, sin embargo, esta locura depredadora en la que el mundo es suyo sí que ocupa una parte material en nuestra tierra; Cádiz limita al noroeste con la base de Rota, esa sucursal de un infierno genocida, punto logístico para la distribución de armas y tropas. esos aviones que nos sobrevuelan y que van desde el cielo de nuestra Rota hasta desplomar su carga sobre el sufrido pueblo de Palestina.

Cada vez que nos miramos en Rota, vemos esa franquicia del imperio USA, y es como un espejo que nos devuelve la imagen que nos hace cómplices y quizá víctimas de lo que aún no sabemos.

La base de Rota es como una sombra de negrura toxica de asfalto y muerte, de bombarderos y alambradas que nos impide apreciar la belleza intemporal del castillo de Luna, porque la sombra depredadora del imperio todo lo que toca lo emborrona.

Y, porque no queremos esa infamia en nuestra tierra, y porque no nos gusta la imagen que nos devuelve el espejo de la sumisión y porque no queremos ser cómplices ni víctimas, ni peones en el tablero de las geoestraegias, y porque aborrecemos la bota del imperio y porque esta tierra es nuestra y porque nos queda la palabra, el día 18 iremos a nuestra preciosa ciudad de Rota.

Iremos a la Rota oriental que dibujaban los poemas de Alberti. Iremos para decir que Cádiz, aunque supiera, no quiere alzar la mano para la danza de la muerte. Sino al contrario. Queremos acabar con esa franquicia de la muerte que es tener una base militar americana en nuestro suelo.

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