Fray Leopoldo de Alpandeire falleció hace 68 años en Granada, toda una vida dedicada a ayudar a los más pobres, ya que era limosnero y se recorría a diario las calles de la ciudad y los pueblos más cercanos para dar limosna o repartir pan y también pedía para el sustento del convento.
El popular fraile nació el 24 de julio de 1864 en la localidad malagueña de Alpandeire y murió en el Convento de los Capuchinos de Granada el 9 de febrero de 1956. Fue beatificado en la capital granadina, por Decreto de Benedicto XVI, el 12 de septiembre de 2010, aunque a nivel popular la gente lo tiene declarado desde hace tiempo como santo.
El prefecto emérito de la Congregación para las causas de los Santos, Ángelo Amato, dijo en la Homilía de la Misa de Beatificación de Fr. Leopoldo, año 2010, que "toda Granada pedía oraciones y consuelo a Fray Leopoldo. La gente piadosa le decía con frecuencia: 'Fray Leopoldo, rece por mí, porque usted es un santo'. Enseguida respondía: 'Santo no, no soy un santo. Santo es el hábito que llevo'".
Fray Leopoldo de Alpandeire goza una gran devoción, por su fama de milagrero, y por ello es visitado constantemente en la cripta donde está depositado su cuerpo que se encuentra en el santuario de Granada, en la Avenida Divina Pastora, 11. Hoy, 9 de febrero, es uno de los días donde llegan más personas, se llena al completo porque acuden devotos y peregrinos no solo de Andalucía, sino también de Madrid, Levante e incluso de Francia. Especialmente llamativa es la devoción al "santo" capuchino en la zona levantina, ya que durante todo el año, sobre todo en el aniversario de su fallecimiento, acuden a visitarlo grupos de Alicante y Valencia.
Muchas personas vienen a Granada porque hacen promesas y le rezan a Fray Leopoldo para que curen sus enfermedades o las de sus familiares. También es el "santo" de los estudiantes, puesto que piden su intercesión para que les ayuden en los estudios.
La página oficial de la Vicepostulación Fray Leopoldo, Hermanos Capuchinos de la Provincial de España (https://www.fray-leopoldo.org/principal/), con sede en Granada, señala que su entierro "fue multitudinario y su fama de santidad, que gozó en vida, se acrecentó después de su muerte. Desde entonces, especialmente el día 9 de cada mes, hay una afluencia de gente que visita su sepulcro y testigos dan fe de las numerosas gracias que Dios concede por su intercesión".
El vicepostulador de la causa de beatificación, Fray Alonso Ramírez Peralbo, que reside en el Convento de los Capuchinos de Granada, nos comenta cómo está actualmente el proceso para que la Iglesia Católica lo declare santo: "Diariamente, me llegan favores y gracias por intercesión de Fray Leopoldo a montones, pero ninguna alcanza el grado de una presunta curación inexplicable por la ciencia, estamos esperando ese milagro. A ver si con tu publicación en La Voz del Sur se anima el santo y lo hace".
En el santuario de Fray Leopoldo se puede visitar la capilla (decorada con un ciclo pictórico de la vida del fraile) y la cripta donde reposan sus restos (sobre la tumba puede leerse el emblema de la orden: "Paz y Bien"), además de un museo y una recreación de la humilde celda donde dormía y rezaba. Todo ello se complementa con una cuidada tienda que dispone de todo tipo de recuerdos, estampas, libros y artículos dedicados al popular beato capuchino.
Los Capuchinos de Granada han organizado estos días un triduo, en la Parroquia de la Inmaculada, y el 9 de febrero se ha organizado la memoria litúrgica del beato Leopoldo con misas en la cripta a las 9:30,10:30, 11:30 y 12:30 horas y por la tarde, en la Iglesia, a las 19:30 horas.
También el Convento de los Capuchinos de Sevilla celebra su festividad, los días 7, 8 y 9 de febrero, con un solemne triduo al muy querido y venerado por la comunidad Fray Leopoldo de Alpandeire. El día 9 se exponen y se dan a besar a los fieles las reliquias del admirado beato malagueño. Tras la función solemne en honor al beato tendrá lugar en la Capilla de la Venerable Orden Tercera, sita en el compás del Convento, la presentación de la restauración de la imagen del Cristo Crucificado de la iglesia parroquial, anhelo la comunidad, feligresía y allegados a esta histórica casa verán culminado al fin tras meses de espera.
Las comunidades de capuchinos repartidas por Andalucía organizan los triduos con motivo de su festividad. En Jerez, en el convento de los Capuchinos en Divina Pastora, realizan actos religiosos con el rezo del rosario y la eucaristía.
El cardenal Amato señaló, durante la homilía de beatificación de Fray Leopoldo, que la caridad, humildad y devoción mariana "son los rasgos distintivos de su santidad. Todos los testigos afirman que Fray Leopoldo tenía un corazón de oro. Desde su infancia se había mostrado caritativo y generoso. Era habitual en él compartir su merienda con otros pastorcillos más pobres. Un día distribuía a los pobres el dinero, ganado con tanta fatiga en los duros meses de la vendimia de Jerez. Al verlo, su hermano le reprochó su acción y le quitó el monedero. No pudiendo ya repartir más dinero, el joven entregó sus botas a otro pobre con el que se encontró".
La página oficial de la Vicepostulación Hermanos Capuchinos de la Provincia de España recoge que no le gustaba que lo adularan y alabaran. La gente se acercaba a saludarlo y a hablar con él no solo por su caridad y fama de milagrero, sino por sus sabios consejos.
El verdadero nombre de Fray Leopoldo era Francisco Tomás Márquez Sánchez, pero lo llamaban Frasco o Frasquito, destacando desde niño por su bondad y nobleza. Hijo de una humilde familia campesina, desde muy joven ayudó a sus padres en las tareas del campo. En ocasiones se tenían que desplazar con sus hermanos a Jerez de la Frontera para trabajar en la siega del cereal. Por el camino, ya de vuelta, repartía los reales que había ganado entre gente más necesitada.
A los 35 años ingresó de capuchino en el Convento de Sevilla, en 1899, y el 16 de noviembre recibió el hábito con el nombre de Leopoldo de Alpandeire. Allí cultivaba el huerto y se dedicaba a la oración. El 21 de febrero de 1914 se quedó definitivamente en el Convento de Granada durante más de medio siglo, trabajando de hortelano, sacristán y limosnero, junto a su vida contemplativa. Fray Leopoldo vivió, como otros santos capuchinos en contacto con el pueblo. Se hizo así santo. Su figura fue adquiriendo más popularidad en la ciudad granadina y los niños y las gentes lo reconocían. Pero no todo fue fácil, ya que también recibió en alguna ocasión la incomprensión y los insultos de mala gente. Con 89 años tuvo una caída que le fracturó el fémur y dejó de salir a la calle, caminado en el convento con la ayuda de los bastones. El humilde limosnero de las tres Ave Marías, el "Santo del Pueblo", falleció el 9 de febrero de 1956 a la edad de 92 años.
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