Susana Díaz, secretaria general del PSOE andaluz, en una entrevista reciente.
Susana Díaz, secretaria general del PSOE andaluz, en una entrevista reciente.

El susanato, palabra odiosa donde las haya, pero realmente somos muy de eso. Hace años no podía evitar reírme cuando los compañeros de Cádiz hablaban del teofilato. Ambos términos y similares responden a una situación de liderazgo muy concreta: una dirección personalísima que se extiende en el tiempo más de lo que debería y que por ello junto a más cuestiones resulta molesta. Si bien el refranero dice que no hay mal que cien años dure, a este le llegó el turno el domingo.

De vez en cuando sienta bien equivocarse. Hace un par de semanas cuando escribí sobre las primarias predije una segunda vuelta que finalmente nos vamos a ahorrar. Es lo mejor, ya que si se podía destacar un sentimiento general era el hartazgo y las ganas de que todo terminase lo antes posible. Y siempre puede ir a peor, te puede tocar en mesa, lo que supone una pesada condena de 12 horas de un domingo en la sede. Con todo esto, supongo que resulta un palo votar a una tercera opción para tener que volver a la semana siguiente a cambiar el voto. Obviamente estoy contento con el resultado, por fin se produce el cambio que era más que necesario. Por ello, mi enhorabuena a Juan Espadas y a todas las compañeras y compañeros que pusimos nuestro granito de arena.

Lo importante es que se cierra un capítulo molesto en la historia del PSOE-A que incluye los siguientes acontecimientos: Relevo en un gobierno de coalición con IU que es dinamitado antes de tiempo solo por las expectativas de obtener en las siguientes elecciones un resultado reforzado. Pacto con Ciudadanos. Derrocamiento de secretario general para darle el gobierno al PP, con aquella frase famosa de “A este lo quiero muerto hoy”. Asalto infructuoso a la secretaría general del federal. Adelanto de elecciones andaluzas por las mismas razones que la vez anterior, pero con la pérdida de la Junta a manos del PP con tu antiguo socio y el apoyo de Vox. Querer resistir a pesar de haber perdido y de hacer una oposición prácticamente nula. No asumir responsabilidades tras la sentencia de los ERE…

Si estos son los hechos en orden cronológico, hay que sumar algunas constantes, como que los actos y campañas se hacían solo a nivel interno y si acaso con miras a la prensa. Hay quien cuenta que Susana se plantó en la Universidad de Málaga con varios periodistas, le preguntó a un estudiante cualquiera que cuánto había pagado de matrícula con la bonificación, este respondió que nada y acto seguido, nada más que apagaron las cámaras, Susana dijo “ya está vámonos”. Lo que sí he vivido y puedo atestiguar es que el concepto de campaña en la calle era sacar solo 200 copias de un flyer, las justas y necesarias para echar la foto del reparto e irse corriendo a subirla a redes.

Solo queda decir que juzgar a Juan Espadas y al resto de compañeras y compañeros que en su tiempo apoyaron a Susana solo por ello es bastante discutible. Niega la posibilidad de redención y el hecho de que una persona después de que se crucen líneas rojas como las que se cruzaron después del 2D pueda cambiar de opinión. Todo esto sin contar el coraje demostrado a la hora de la verdad. Tampoco se puede decir que aquí se termina un libro, falta el epílogo, ya que Susana quiere agotar todo su tiempo como secretaria general. Pero teniendo algo de conocimiento acerca de las dinámicas del partido, el epílogo ya tiene el título de una vieja canción de blues, Nobody kwons you when you’re down and out.

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