Yolanda Díaz accedió sin querer, eso dijo, a la vicepresidencia del gobierno de España tras la dimisión de Pablo Iglesias. Designada para liderar Unidas Podemos podía no haber aceptado, de facto no lo ha hecho. “En lugar de sumar resto”, dijo Pablo Iglesias tras defender en Madrid el espacio que cogobernaba España. El ataque brutal contra Iglesias y su familia es implacable desde 2015, en las elecciones madrileñas se recrudeció con la colaboración inicial de las fuerzas adyacentes.
Ya vicepresidenta, Yolanda Díaz casi destruye su potencial liderazgo si la reforma laboral no sale; lo confesó a Évole antes de la votación. Dejó la negociación parlamentaria en manos del PSOE y abandonó a ERC oyendo a la CEOE y a cierto centralismo sindical. Salió de chamba. España es plurinacional también en demandas laborales y especificidades territoriales.
Yolanda Díaz habla siempre de su propuesta de escucha con un discurso antipartidos. Todo el mundo sabe a quién beneficia el discurso antipartidos. Denostar lo que te ha aupado es más restar que sumar. Yolanda Díaz no ejerce función coordinadora en la cuota de gobierno de Unidas Podemos, cinco ministerios. Meses sin articular un discurso político consensuado con los representantes ministeriales de los partidos por los cuales es vicepresidenta, meses alejada de una foto con sus ministras. Guerra de Ucrania, Sáhara, cumbre de la OTAN, audios de Ferreras, momentos para manifestar posición clara y rápida han resultado momentos de alineamiento belicista, elusión del choque con la posición de Sánchez o demora en la opinión.
Llegaron las elecciones andaluzas, la hora de la verdad para constituir proyecto para Andalucía. Vimos con estupor la foto de la Feria de Abril. El discurso antipartidos de Yolanda Díaz significó que todos los partidos eran necesarios menos Podemos Andalucía. Apartar del escenario la opción cuya militancia, contabilizada por seis miles, había celebrado primarias para elegir candidatura sonó a desprecio colonial.
El fracaso electoral lo analicé en La suma no es más. Las maniobras durante la Feria de Sevilla constataron que en las bambalinas de la escucha estaba la intención de debilitar a Podemos, no así a IU ni a Más Madrid. El nuevo carmenismo de Estado tropezó en Andalucía, como lo hizo Más País en 2019. Los cantos de sirena de la capital del reino, aléjate de Podemos y serás grande, estrellan los navíos contra los cortados de Despeñaperros. Le ocurrió a Errejón. Le ocurrió a Yolanda Díaz y huyó veloz.
No hay política sin territorio, ni política sin partidos, la política es tomar partido. Yolanda Díaz quiere formar una organización. Está bien, es democrático. En España hay territorios regionales y territorios nacionales, Andalucía es un territorio nacional desde el 4 de diciembre de 1977. Debilitar a Podemos Andalucía era el primer paso orgánico de Sumar antes de nacer, salió muy mal. Achicar el espacio de Podemos en el estado era achicarlo en Andalucía, una cuestión cuantitativa. El pacto andaluz de Yolanda Díaz se fraguó en Madrid, Andalucía para el PCE, Madrid para Más Madrid a cambio de encabezar la provincia que alberga la capital andaluza, Sevilla. Muy pocos de fuera en la izquierda entienden Andalucía, en Galicia menos.
El proyecto de Yolanda Díaz pasaba, ya no puede, por negociar con Compromís en el País Valenciá (la foto de Valencia), apoyarse en Los Comunes en Cataluña (la foto de Barcelona), entregar Madrid a Más Madrid y debilitar mortalmente a Podemos entregando Andalucía al PCE (la foto de la Feria de Sevilla). El Día de Galicia dijo que no llegaba para las municipales y autonómicas de mayo de 2023, taponando la fuerza de un proyecto de transformación del estado y la visibilidad de sus posibles liderazgos (la foto del 8J en Madrid). Las fotos hablaron adelantando la posición de ceder al bipartidismo el veto a Victoria Rosell como miembro del CGPJ. Son hechos.
Los números de la última encuesta del CIS, publicados por 20 Minutos en un artículo titulado Así retrata el CIS a la izquierda del PSOE: el 41% de los votantes se declara de Podemos, el 34% de UP, el 17% de Sumar y el 6% de IU, significan lo siguiente: Los porcentajes de Podemos y UP son votos podemitas, suman el 75%. La marca Podemos es determinante. El porcentaje de IU es mínimo, extrapolado a nivel de Estado señala su irrelevancia. Se comprobó en las andaluzas, IU tira a la baja. El porcentaje Suma si se presenta sola puede restar al PSOE más que a Podemos, sin obtener resultados importantes como le pasó a Más País. Un nuevo errejonismo de Estado que lamina los dos lados haciendo daño global. De ahí la visible preocupación en círculos del PSOE. Margallo habló en Hora 25 de Operación Chanel tramada en Madrid, de ser cierto sería un nuevo carmenismo antipartidos a lo grande.
En este contexto cobra valor que Podemos refuerce su propia línea de horizonte estratégico, piense en su organización en términos plurinacionales, y siga definiendo un proyecto propio de profundización democrática y desmantelamiento de las estructuras franquistas incrustadas en el régimen del 78. Voluntad de poder y bloque de dirección de Estado como ha definido con precisión Pablo Iglesias.
Es otoño, las hojas caen, tras el invierno llegará la primavera. Ojalá haya unidad, y lealtad, con respeto, lo dejó escrito Iván Redondo en La Vanguardia el 23 de mayo de este año: “Sus electores duermen a la espera del “reencuentro” con Yolanda Díaz y a la vez del reconocimiento de la vicepresidenta de que el coche tendrá motor Podemos o no saldrá del box.”
Lo importante de las diferencias entre Yolanda Díaz y Podemos no está en ningún problema personal de la primera con Pablo Iglesias, como interesadamente dicen la mayoría de los analistas de la derecha, de la progresía y hasta de la izquierda, el asunto es político y de fondo ideológico: continuismo o avance democrático, replegarse al bipartidismo del 78 o ser leales al “no nos representan” de 2011.
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