Fu Manchú

Los que aprendieron a despreciar Argentina deberían revisar sus conocimientos sobre el enorme país del cono sur de América, además del relevante papel que jugó en la Operación Cóndor

21 de abril de 2025 a las 10:40h
Fu Manchú, supervillano chino.
Fu Manchú, supervillano chino.

Fu Manchú. Bastaría con nombrar a este personaje performativo, literario, resumen sintético de la maldad, aprovechando que el Pisuerga pasa por Palencia y la Guerra Fría por Pekín. En el reparto del mundo la bondad cayó del lado de quienes hicieron la guerra de Vietnam, los genocidios americanos del patio trasero de la doctrina de Monroe, la persecución antidemocrática de McCarthy, la prisión de Guantánamo y el resort Gaza. Las dictaduras comunistas no fueron nada mejor, pero Fu Manchú causó sensación y construyó, ya desde los años 50 del siglo XX, el relato subterráneo de quién es el malo aquí; y el bueno. La gente necesita orientación porque siente que no entiende lo que sus ojos ven, pero cuando alguien le dice lo que ve se vuelve loca contra el que le han dicho que es el malo. Y le “chupa el culo” al bueno. Nadie sabe nada de China ni de Asia, pero todo el mundo intuye serpientes venenosas y estacas de pinchos afilados o prisiones en la selva con cajitas de rejas de bambú como calabozos y mosquitos que inyectan la malaria o la fiebre amarilla. Sobre las barbaridades que los estadounidenses hicieron en América Central o en la del sur, documentadas por Noam Chomsky en La quinta libertad, corramos un tupido velo.

La gente prefiere la novelería, y el lado cómodo de la novelería. Es como cuando los cristianos evitan que Jesús de Nazaret fuera judío o lo mencionan solo como un elemento folclórico, y hay mentalidades cristianas que siguen arremetiendo grave e injustamente contra los judíos y el judaísmo. Tendencias terribles, esas de asignar una maldad muy grande y fundacional a todo un mundo de personas que quedan, así, estigmatizadas. El estigma creado contra las mujeres no es otra cosa. Finalmente, el estigma creado, en cualquier momento, contra todo el que sea diferente y choque contra la forma de entender la vida del poderoso de turno, o del poderosuelo. Japón se avino, se dejó colonizar o mangonear, hasta cierto punto, y dejó de caer sobre él el estigma, siendo que China luchó con EEUU contra el fascismo japonés. China era la mala porque era la competidora.

Volvemos a estar ante este mismo reparto de papeles con la llegada de Milei y Trump en el continente americano: el mismo experimento, en realidad. Un experimento hacia el interior de los países en que gobiernan y hacia el mundo exterior que también quieren gobernar. EEUU agrediendo a sus vecinos próximos lo mismo que Argentina hace con los suyos: los dos unidos contra el mundo con el subterfugio de un mentiroso concepto de libertad que en realidad es el más descarnado liberticidio. En definitiva, la libertad por la que claman los honkoneses es la misma libertad por la que claman las enormes manifestaciones en USA y la resistencia de la Universidad de Harvard, como símbolo, ahora, de todas las resistencias #HandsOffHarvard.

Los que aprendieron a despreciar Argentina deberían revisar sus conocimientos sobre el enorme país del cono sur de América, además del relevante papel que jugó en la Operación Cóndor: ¿cómo estarán llamando a la nueva operación, quizá todavía teórica? Argentina no tiene fuerza militar para enfrentarse a sus vecinos y todo se reduce a la peligrosa performance de agredirlos verbalmente con extrema virulencia y con una permanente sarta de mentiras, para quien abducido quiera escucharlas. La mentalidad freelance, una de ellas, y de emprendedores empresariales, con la declaración de héroes para los empresarios amigos, en especial los tecnológicos, hace el resto. Estamos hablando de la deshumanización más descarnada y del fascismo numerista más terrible: en este momento se baraja la posibilidad de suspender el pago de 400 mil pensiones por discapacidad, con el relato de que hay que auditar si son o no correctas. La desaparición del principio de inocencia no lo estamos chequeando suficientemente.

Oponerse a esta barbarie, a esta tiranía liberticida y destructora de toda posibilidad de una vida humana, social, personal, no mecanizada por los números de rendimiento en favor de las grandes fortunas, es una simple y elemental obligación. Resistirnos a la banalización del conocimiento y el saber es fundamental para evitar la catástrofe final de nuestra humanidad. Una resistencia tan sencilla como la de no admitir, para empezar, los insultos permanentes, y las groserías obscenas, de los ultraderechistas en cualquier parte que estén. El insulto contra el otro es el primer paso para lograr su deshumanización. Si una persona queda despojada de su carácter humano se la puede destruir. Es lo que hicieron los nazis contra los judíos y terminó en Holocausto.

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