La música es el lenguaje de la naturaleza, la voz de Dios, que hasta el más falto de conocimiento, es capaz de sentir. Se estudia en conservatorios, se practica en hogares y se exhibe en salas de conciertos y teatros. Echo en falta más notas musicales en la calle.
El flamenco pasa por veladores de bares de centros de ciudades, sin embargo, en parques, plazas y jardines se oyen cada vez menos cantos de fauna urbana, y se siguen sufriendo ruidos del tráfico rodado y de las interminables obras recurrentes.
Existe una rotonda dedicada a los ingenieros industriales —cerca del monumento homenaje a los asesinados sevillanos en campos nazis como Mauthausen—, con un escenario central ideado, bajo una gran estructura decorativa, para conciertos al aire libre. Si bien no tiene posibilidad de acceso, al no contar con ningún paso de cebra, pues los dos que había los borraron, fresándolos y ni rastro sobre el asfalto, aunque las rampas en el acerado siguen de testigos. Por cierto, ninguno de los dos lugares citados aparece informado en la aplicación de mapas del mayor buscador de I¡internet. Ya sabéis que lo que no está en la red, no existe según el mundo digital.
Ejemplos prácticos para reflexionar, empecemos en parques infantiles por ambientarlos con sonidos de voz humana o de instrumentos en directo, semanalmente, y tendremos unos dirigentes del mañana, mucho más sensibles, atentos y preparados, pues está demostrado que una mente relajada es una mente creativa.