"Llueve barro", "tengo el coche marrón", "he de lavar la ropa tendida de nuevo". En semanas pasadas escuchábamos expresiones que se referían a tanto polvo en suspensión, proveniente del Sáhara.
La conexión de este con la Amazonía, no muy conocida, es debido al aporte mediante los vientos alisios de un componente esencial para la vida que ni se crea ni se destruye. Su papel fundamental en la fotosíntesis de plantas, permitiendo la fijación de CO2 atmosférico.
Los depósitos naturales de fosfatos es un recurso geoestratégico para los humanos, sin alternativa. La agricultura e industria demandan inmensas cantidades, que, en exceso, acaban en arroyos, ríos y se depositan en los fondos de mares y océanos. Un uso racional, la clave en la persistencia.
La eutrofización es el proceso de contaminación más importante que sufren nuestras aguas en la actualidad, siendo una de las causas por altas concentraciones de fósforo, mayoritariamente de actividades humanas, provocando el desarrollo masivo de algas tóxicas, eliminando oxígeno en agua.
Su recuperación en la depuración de vertidos y aguas residuales urbanas, demanda un necesario impulso por nuestra sociedad.
Mejoras y responsabilidades en prácticas de uso, mayor vigilancia, investigación en sustitutivos de detergentes del hogar, educación escolar en el ciclo del fósforo como el del agua, para poder comprender la llamada "lluvia de sangre" gracias a nubes, tormentas secas y calima.
Si hubiera una contabilidad económica de esta beneficiosa fertilización natural, quizás empezaríamos a valorar y entender lo que tenemos gratis. Uno no valora lo que tiene hasta que deja de tenerlo.
Comentarios