Hay que conocer la realidad

Manolo recibe ayuda psicológica en estos momentos, acordándose de los voluntarios de allí que llevan años sin poder asimilar que por cada uno que llega, otro se murió en aguas internacionales

Iván Casero

Ingeniero de Montes.

'La distancia de diez centímetros' de Ángel Padilla.
'La distancia de diez centímetros' de Ángel Padilla.

Acabo de leer el último libro La distancia de diez centímetros de Ángel Padilla ed. Adarve y aún reflexionando con su impactante historia real, me encuentro con Manuel Díaz, “El legal”, donde tras abrazarlo, rápidamente me empieza a contar su recién aterrizaje.

Manolo es puro corazón, ama la marisma que le rodea, sus playas con su monte, su biodiversidad hasta en carnaval, pionero en el cultivo de Salicornia, participa de asociaciones y además socorre literalmente a bordo de la lancha neumática que patronea, cualquier incidencia en la mar de Isla Cristina.

Necesitaba seguir ayudando, y se ha cogido una semana de vacaciones para irse de voluntario a la silenciada crisis de los cayucos de Canarias que sigue produciéndose tras años, todavía. Cayucos de madera con más de 200 hacinados ocupantes o de fibra con 60, donde en esos 7 días han arribado un total de 700 subsaharianos, de todas las clases sociales, países y edades, incluso niños que sus madres desesperadas los subieron a las barcas, sin saber si era para siempre o una triste despedida, por no haberle podido dar una vida digna.

Entrar en calor con la manta térmica, darle ropa seca, sólo pedían wifi para poder decir a su familia que estaban vivos. Desde que la vigilancia costera se ha incrementado, el evitarla está redirigiendo su destino a la isla del Hierro, prueba de cara o cruz, pues cualquier desviación, hace que el siguiente destino sean las costas de Brasil, sin esperanza vital, como el que arribó con cuerpos momificados por la deshidratación.

“Creo necesario que todos al menos vivamos esa experiencia un día, para que mensajes malvados de que estas personas, agradecidas con una simple sonrisa, vienen para hacernos daños”, cuando en el legítimo derecho huyen de sus corruptos gobiernos.

Manolo recibe ayuda psicológica en estos momentos, acordándose de los voluntarios de allí que llevan años sin poder asimilar que por cada uno que llega, otro se murió en aguas internacionales. El Hierro tiene una población de 10.000 habitantes y el año pasado recibió más de 20.000 personas buscando una vida. Crisis humanitaria que hay que conocer.

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